Capítulo 16 | Primera lección

4.4K 594 275
                                    

Hago lo que me dice y me siento junto a él en el filo de cama

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hago lo que me dice y me siento junto a él en el filo de cama. Asher se levanta y va hacia el lujoso reproductor de música, le da al play y vuelve tras sus pasos a la misma posición de antes. La canción que suena es la de Love is a bitch de Two Feet.

—¿Estudias con música? —alzo una ceja, confundida.

La verdad es que la melodía es relajante, y el volumen al que suena es tan bajo, que consigue crear una atmósfera afrodisíaca.

—La música es el aliciente del alma, Jess —dice y me guiña un ojo de una forma muy seductora.

Ese gesto tan simple me genera una descarga eléctrica que me recorre toda la columna, y su cercanía no ayuda en absoluto. Tan solo nos separan un par de centímetros; él está apoyado sobre el cabecero y yo me encuentro sentada al borde de la cama. Voy a necesitar mucha ayuda divina para poder dar esta clase sin abalanzarme a sus brazos.

—¿Dónde... dónde están los libros? —titubeo apartando la mirada para evitar ponerme aún más nerviosa. Parezco una gelatina.

—Están justo detrás de ti —advierte señalando a una mesita de noche que hay a mi espalda.

Asiento en respuesta y me dispongo a coger la pila de libros que reposan sobre el mueble de piedra blanca, pero algo llama mi atención. Junto a ellos, hay unas fotografías dispersas de niñas procedentes del Sáhara; algunas están jugando en lo que parece una aldea, otras están mostrando un objeto a la cámara, y una última niña está dibujando animales sobre un papel gastado. Esas fotos son las que te envían las ONG por apadrinar, para que estés al tanto de los avances de los niños, y lo se porque yo también he apadrinado a dos subsaharianos.

En vez de atrapar los libros, agarro las fotografías y me tomo un tiempo para ojearlas. La verdad es que son un montón, por lo que debe de tener apadrinadas alrededor de diez niñas.

—¿Has apadrinado a todas estas subsaharianas? —pregunto sin ocultar la nota de asombro que se refleja en mi voz.

—Sí —se limita a contestar, como si no tuviera ninguna importancia.

Eso dice mucho de él. No cualquiera está dispuesto a poner su tiempo, dinero y disposición a favor de una persona que no conoce solo para ayudarla. Pero aún así, hay algo extraño que me cuesta encajar.

—¿Por qué todas son... niñas?

Le extiendo las fotos para que las vea.

—Porque las mujeres siempre habéis sido las más vulnerables, las más necesitadas de protección. No lo digo porque crea que no sabéis defenderos o porque os encasillen en el "sexo débil", sino porque lamentablemente este sigue siendo un mundo de hombres, y más aún en esos países de habituales costumbres atávicas.

Con A de Asher [COMPLETA]Where stories live. Discover now