||Capitulo Quince||

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 →𝐇𝐨𝐠𝐬𝐦𝐞𝐚𝐝𝐞, 𝟏𝟗𝟗𝟒.

—¿Y los demás?

—Molestando a Hermione y a Ron, seguramente.

—Tiene sentido, tiene sentido.

—¿Os apetece una cerveza de mantequilla?

—Claramente, no sé por qué preguntas —aquel grupo, que estaba formado por Andrew, Blaise, Maxine, Pansy y Kiara, entraron en Las Tres Escobas. Se sentaron en la primera mesa que vieron libre, y se miraron entre ellos—. Yo fui la otra vez.

—Eh, yo me niego a levantarme.

—Oh, ¿en serio? —Drew resopló— Está bien. Ayúdame, Zabini.

—Os queremos —dijo Pansy con una sonrisa inocente sobre sus labios.

—Sí, sí, eso cuéntaselo a otro que te crea.

—¿Y tú cómo lo llevas? —le dijo Maxine a su mejor amiga.

—¿El qué?

—Que te guste Draco.

—¿Qué? ¿Cómo...?

—A Theo se le escapó el otro día.

—Mentira, se lo sonsacó.

—¡Maxine!

—¡Eres mi mejor amiga! Tengo derecho a confirmar mis sospechas. ¿Él lo sabe?

—Claro que no, ni pienso decírselo.

—Oh, venga ya, Ki. No puede ser tan horrible decirle que te gusta.

—¡Eh, acordamos que nada de chisme si no estamos todos! —exclamó Andrew dejando tres jarras en la mesa.

—Kiara, sabemos que va contigo el asunto —Blaise imitó su acción, y se sentó de nuevo.

—No pasa nada.

—Mentira.

—Ki, se van a enterar tarde o temprano —la morena miró a Parkinson; llevaba razón, y ella lo sabía.

—Me gusta Malfoy, ¿contentos?

—Ah, pero eso ya lo sabíamos.

—¿Disculpa?

—Se te nota en la cara, Ki. Y a él igual.

—Venga ya, no digas tonterías, Drew.

—Por una vez en su vida, no está diciendo ninguna —Taylor le regaló una mala mirada a Maxine.

—Gracias por la parte que me toca.

—Que no voy a... —Sanderson miró hacia la puerta, y achinó sus ojos— ¿Qué os ha pasado?

—¿Y por qué estás abrochándote el cinturón? —le preguntó Pansy a Nott.

—Algún pringado nos ha gastado una broma, y nos ha tirado a la nieve. Y a mí me ha bajado los pantalones.

—Bueno, quien dice pringado... —Kiara comenzó a reír— Ha sido bastante inteligente, sinceramente.

—Te estás ganando un problema, Sanderson —advirtió Draco sentándose en una silla.

—¿Y qué me vas a hacer? —Kiara se apoyó sobre sus brazos en la mesa.

—No quieres saberlo.

—Oh, claro que quiero.

—Hazme caso. No quieres —la morena ocultó una sonrisa, y volvió a apoyarse en el respaldo de la silla.

►◄

—¿Qué haces aquí?

—No me apetecía estar en la habitación.

—Oh, eso es... Raro en ti, a decir verdad —Kiara se tumbó a su lado en el césped.

—¿Y tú?

—Estábamos todos juntos, faltabas tú y he salido a buscarte —respondió con simpleza. Draco, en cambio, sonrió sin mostrar sus dientes—. ¿Sabes? De pequeña me encantaba hacer esto con mis hermanos.

—¿El qué?

—Tumbarme en el césped del jardín, y ponerme a mirar las estrellas. ¿Nunca lo has hecho?

—Alguna que otra vez. Solía decírselo a mi madre.

—Eres una pequeña caja de sorpresas, Malfoy—ambos se miraron. Estaban más cerca de lo que ellos creían, y eso lograba que a Kiara le diese un vuelco el corazón.

—¿Algún problema con eso?

—Para nada, de hecho... Me gustan bastante las sorpresas —el rubio soltó una carcajada ronca. Kiara adoraba el sonido de su risa.

—Vaya indirecta más mala, Sanderson.

—¿Quién ha dicho que sea una indirecta? No soy así, ¿sabes? Prefiero decir las cosas a la cara.

—Ya, claro que sí —la chica suspiró, y colocó su cabeza sobre el hombro de Draco, un gesto que pilló al joven de sorpresa.

—Me gusta este ambiente, ¿sabes?

—¿La oscuridad?

—Y la tranquilidad que hay en ella. Hay que saber encontrarle el lado bonito.

—Como a todo en esta vida, supongo. O eso dice mi madre. No sé cuántas veces habré escuchado eso en mi vida.

—¿Y eso? —preguntó curiosa. Por un momento, dudó en si debería contarle algo de su infancia.

—Mi padre fue un mortífago —comenzó a decir—. Mi madre no, pero ayudaba a Quien-tu-sabes. Cuando Potter le derrotó, tuvieron algunos problemas. No les quedó otra que decir que estaban bajo la maldición Imperio —la chica se puso boca abajo, apoyada en sus codos para poder verle—. También me han consentido toda mi vida, a base de comprarme cosas, y...

—Y lo que tú demandabas no era material, ¿verdad? —con cierta timidez, Draco asintió con su cabeza.

—Mi madre si me daba cariño. Mucho, pero mi padre... Siempre busco la manera de impresionarle.

—Tampoco es bueno vivir así, ¿no crees?

—Es mi padre, Sanderson, no puedo evitarlo.

—Lo sé —con cariño, le quitó un par de mechones de la frente—. Mi padre también fue uno de ellos. Mi madre no colaboró en nada con ese bando, solo quería proteger a mis hermanos. No sé qué pasó cuando le derrotaron, nunca me lo han querido contar.

—Eso explica un poco tu actitud, en realidad.

—Supongo que... Mi madre no quiso nunca que yo tuviese los mismos pensamientos de mi padre. Que no fuese nunca una de ellos.

—Eso es de admirar.

—Y no digo que tu madre no haya querido evitarlo. Seguro que ella sería la primera en llorar si te unieses.

—A lo mejor así mi padre se sentiría orgulloso de mi.

—Hey —con delicadeza, le obligó a mirarla—, no pienses en eso, ¿vale? Vales muchísimo, Malfoy, y seguro que ya está orgulloso de ti.

—Pues no me lo demuestra mucho.

—Porque a lo mejor es más cerrado para eso.

—Me encanta como intentas sacarle el lado positivo a las cosas —la morena no pudo evitarlo, y sonrió.

—Uno de los dos tiene que hacerlo, ¿no crees?

—Tú y yo somos completamente diferentes, Sanderson. Tú eres luz, y yo la completa oscuridad.

—Y por eso nos complementamos —de nuevo, conectaron sus miradas. A él le parecía increíble tener un grupo de amigos como el suyo, pero sobretodo, le parecía surrealista tenerla a ella en su vida.

Siempre le escuchaba, le apoyaba, le robaba sonrisas y carcajadas aunque él no quisiera, y le apoyaba. Él le importaba, y mucho más de lo que Malfoy se podía haber llegado a imaginar cuando la conoció. Para Draco, Kiara era aquel punto de luz que alumbra allá por donde pasa.

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Halo ||Draco Malfoy||Where stories live. Discover now