||Epílogo||

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 →𝐂𝐚𝐥𝐥𝐞𝐣ó𝐧 𝐃𝐢𝐚𝐠𝐨𝐧, 𝟐𝟎𝟏𝟕.

Una oleada de nostalgia recorrió el cuerpo de Kiara cuando volvió a pisar aquel callejón. Había pasado demasiado tiempo desde que fue a comprar allí por última vez.

—¡Mamá, mira! —Venus agarró su mano, y tiró de ella.

—¿Qué ocurre?

—¡Tienen los cuentos de Beedle el Bardo! —exclamó la niña emocionada— ¿Me lo puedes comprar? ¡Por favor!

—Hagamos una cosa —se puso de cuclillas delante de ella para estar a su altura—. Primero compraremos la varita de tu hermano, y después vendremos aquí para comprarlo, ¿te parece bien?

—¡Pero lo quiero ahora!

—Venus Alya Malfoy, ese es el trato que te ofrezco —la niña resopló, y asintió con su cabeza.

—¿Me lo prometes? —Venus acercó su mano con su meñique estirado, y Kiara repitió su acción.

—Te lo prometo —entrelazaron los dedos—. Y ahora vamos.

—¿Después iremos a Hogsmeade? —preguntó la niña una vez que empezaron a caminar.

—¿Para qué quieres ir?

—Me gustaría probar algún dulce de Honeydukes. La tía Max dice que están deliciosos.

—A mi no me importa ir. Ahora le preguntamos a tu padre, y si él no quiere ir, pues... Vamos nosotras solas. Una tarde de chicas, ¿qué te parece?

—¡Me encanta!

Por otro lado, Draco caminaba unos metros más adelante junto a Scorpius.

—¿Qué crees que estará celebrando ahora?

—Es bastante probable que le haya hecho el lío a tu madre para que le compre algo —respondió Draco—. ¿Qué te pasa? Estás muy callado.

—¿Qué pasa si no llego a entrar en Slytherin?

—Nada, no pasaría nada. Scorp, te queremos por encima de tu casa de Hogwarts, nos da igual donde entres.

—¿Qué ocurre? —Kiara y Venus les alcanzaron.

—Me está preguntando qué pasaría si no entrase en Slytherin.

—Que serías una deshonra —dijo Venus con tono de burla.

—Te juro que...

—Eh, nada de peleas en público —Kiara frenó aquello, y miró a su hija—. Deja de provocarle, y tú —señaló a Scorpius—, deja de amenazarle con que la vas a asfixiar por las noches con la almohada.

—¡Papá! —exclamaron los dos a la vez.

—No pienso quitarle la razón a vuestra madre —ambos resoplaron y se miraron. Si las miradas mataran, los dos estarían bajo tierra.

—Pienso vengarme.

—Inténtalo.

—Ya basta —dijo Draco—. En casa haced lo que queráis, en la calle no.

Siguieron caminando hasta que llegaron a la tienda de varitas de Ollivander.

—Señor y señora Malfoy —el dueño sonrió al verles. Estaba acompañado de su hijo, él se quedaría con el negocio—. Imagino que este joven mago viene buscando una varita, ¿me equivoco?

—No, señor, no se equivoca —el niño se acercó al mostrador.

—Bien, veamos qué tenemos por aquí. Hijo, acompáñame —los dos se marcharon, dejando a la familia sola.

Halo ||Draco Malfoy||Where stories live. Discover now