Halo ||Draco Malfoy||

||Capitulo Dieciséis||

 →𝐇𝐨𝐠𝐰𝐚𝐫𝐭𝐬, 𝟏𝟗𝟗𝟒.

—Entonces... Granger te ha dado un puñetazo.

—¡Sí! Esa maldita sangre sucia... ¡Mi padre se enterará de esto! —la morena no pudo evitar reír mientras metía su ropa en su baúl.

Aquel curso había llegado a su fin, por lo que todos los alumnos debían abandonar el colegio y volver a su casa durante el verano.

—A mí no me hace gracia, Sanderson.

—A mí sí, a la vista está. ¿Qué harás este verano?

—Quiero ir al Mundial de Quidditch —dijo Draco metiendo sus manos en el bolsillo de su pantalón—. Supongo que mi padre hablará con el ministro, y nos dará entradas.

—Eso está bastante guay. Mi padre y mi hermano también quieren ir, quizá nos veamos allí —el rubio sonrió sin mostrar sus dientes.

—Supongo que sí, que nos veremos.

—Chicos, nos vamos —advirtió Nott, que abrió la puerta del dormitorio—. ¿Qué hacéis aquí solos?

—Nada. Estábamos hablando mientras ella terminaba de guardar sus cosas. Te espero en la Sala Común —la morena asintió con su cabeza, y Malfoy abandonó el dormitorio.

—¿Qué?

—¿Solos?

—No ha pasado nada si es lo que te estás preguntando.

—¿Pero se lo has dicho acaso?

—Claro que no. No pienso hacerlo.

—Kiara...

—Que no, que me voy a morir de vergüenza. Imagínate el panorama: "Oye, Malfoy, quiero que sepas que me gustas, ¿vale? Pero como no quiero romper nuestra amistad, olvida lo que te acabo de decir"

—Ki, te juro que a veces te daría una hostia en la cara.

—Inténtalo, que te la corto.

—Mira, yo no voy a insistir más —reconoció el chico—. Pero si yo fuera tú, se lo diría cuanto antes.

—No me presiones —le señaló con el dedo índice—. Sabes que me agobio fácil.

—Te agobias porque quieres. Te digo yo que esta conversación no estaría existiendo si te hubieses declarado.

—No, claro que no. Posiblemente estarías consolándome porque me habría rechazado y me habría retirado la palabra durante todo el curso —Theodore hizo una mueca pensativa con sus labios.

—No, yo creo que habría tenido que aguantaros todo el curso viendo como os besáis y esas cosas.

—Ya quisieras.

—No, ya quisieras tú —Nott rió—. Los demás nos están esperando. ¿Vamos?

—Sí, pero antes... Gracias.

—¿Por qué?

—Por haberme escuchado cada vez que me ha hecho falta —Theo sonrió.

—Los amigos estamos para eso, Ki. No tienes que darme las gracias por cumplir mi obligación —instintivamente, la morena le abrazó.

—Pero la próxima vez que le cuentes algo a esta gentuza de lo que te he dicho... Te mato, ¿entendido? —automáticamente una carcajada salió de la garganta de Theodore, que se aferró un poco más a su amiga, al igual que ella.

—En mi defensa diré, que fui amenazado de muerte.

—Ni con esa te vas a librar, y ahora vámonos.