Capítulo 10

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Sam

Bien, cuando Djin mencionó lo de volverse mi hada madrina por esta noche, bien, yo simplemente lo había dejado pasar. Eran simples tonterías dichas por un idiota con exceso de labia y un cerebro con temas pensantes demasiado limitado como para albergar algo mas que la lujuria y el cachondeo sin sentido. Pero ¿Hacer aparecer frente a su puerta a un enorme carruaje de caoba tan oscura como la noche y tan pulida como un espejo tirada por seis pares de caballos negros como sombras cuyas crines y colas eras llamaradas tormentosas como conjuradas del mismísimo averno? Eso sin duda era una cosa. Las enormes bestias imponían respeto mientras golpeteaban el suelo con sus coces de piedra oscura. Sus ojos nerviosos eran brasas encendidas como si por dentro estuviera hecho de lava. Al bufar el hollín y humo escapaban de sus hocicos mientras el relincho agudo y gutural perforaba la noche como un lamento. Además, eran enormes, malditamente enormes, mucho mas altas que mi lamentable altura, unos dos metros y medio quizás.

- Bonitos ¿no lo crees sobrinita? Son selkies de fuego, de mi establo personal – dijo Djin palmeando el lomo de una de las bestias que bufó moviéndose nerviosa – Cuando el pequeño botón nazca voy a concederle la mejor cría de ellos. En nuestro mundo son un símbolo de prestigio y no está de más decir que solo yo los poseo... -

Alcé una ceja desdeñosa cruzándome de brazos mirando a la bestia y a su vez al idiota Dios del Fuego con desconfianza - ¿En verdad crees que dejaría a mi hijo montar una cosa de esas? –

- Lo harás. Son bastante dóciles cuando se familiarizan con su dueño. Además... - dijo tomando mi mano y colocándola en su brazo mientras le daba palmaditas consoladoras – El será un heredero al trono de Fuego. Hice lo mismo con Oäk cuando nació y ahora cuida a esa brutal bestia como si fuera su tercer brazo. Confía en mí sobrinita, al pequeño botón le encantará –

Negué con resignación dudando seriamente de la sensatez de Djin, si es que tenía alguna. Luego prácticamente me arrastró hacia la puerta abierta del enorme carruaje impresionante, donde unas escalerillas labradas habían sido liberadas y un par de duendes de orejas puntiagudas vestidos con pantalones y chaquetilla color borgoña y gesto amable aguardaban por nosotros.

Djin se volvió hacia Alec quien permanecía en la puerta de entrada masticando una manzana enorme mientras sostenía una bandeja con frutas en la otra mirando anonadado al bestial transporte frente a sus narices – La casa queda toda para ti, guardián mascota. No te diviertas demasiado... -

Alec le dio una mirada de ¿me estas jodiendo? Que fue casi cómica – Supongo que Netflix está fuera de cuestión en este sitio ¿cierto? –

Djin resopló – Absolutamente – luego sonrió como un demonio visitando el infierno – Pero tengo entendido que un par de "entretenimientos" van a visitarte en tu habitación más tarde – Le dio un guiño – No digas que no soy un buen anfitrión –

Miré a Djin con la boca abierta por su cara de piedra – Eres un cerdo – mascullé.

El idiota solo se limitó a rodar los ojos – No puedes decir que no piensas hacer lo mismo cuando tu par de adorados tormentos y tú estén a solas... -

- ¡Absolutamente no! –

- Menuda hipócrita, sobrinita. Si tu no lo piensas, ellos ya lo planificaron, trazaron estrategias y eligieron el lugar de la batalla, además... - dijo señalando a Alec con el mentón – El cazador mascota no se ve demasiado ofendido... -

- Debería estar yendo con ustedes. Soy su guardián ¿lo olvidas? –

- Considérala tu noche libre – espetó Djin sin sonrojarse – además te estoy haciendo un favor. Si mi sobrinito o el otro idiota llegan a encontrarte babeando por ella como lo haces, van a colgarte de las pelotas del árbol mas alto de Faiel ¿En verdad quieres correr ese riesgo? – Alec rodó los ojos mandando a Djin al infierno en silencio – Eso pensé – Dijo el idiota, mientras tomaba mi mano y me ayudaba a entrar en el carruaje – Compórtate bien y siéntete libre de probar todos mis juguetes... -

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