Capítulo 15

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Sam

¿Alguna vez mencioné que odiaba sentirme el centro de atención cuando no estaba pateando culos estelarmente? Bien, pues creo que no es tarde para mencionar ese pequeño sucio secreto mío, sobre todo cuando tenía frente a mí a cuatro monarcas milenarios mirándome con la misma virtud de alguien que ha encontrado un encantador gato de feria que hace trucos jodidamente sorprendentes. Djin no contaba. Él era el Dios del fuego idiota que tendía a subestimarme todo el tiempo. En cambio, los demás... bien. Ellos tenían miedo o admiración. O quizás solo estaban planeando en sus muy, muy sabias mentes la mejor forma de protegerse y exiliarme en un calabozo oscuro y jodidamente frío para prevenir cualquier tipo de amenaza por parte de la espeluznante jodida reina Samara. Mierda. Ahora sabía que debía haber pensado un poquitito más antes de desplegar toda esa cosa de la magia oscura frente a ellos. Mi madre aún hacía sombra con su genocidio de loca espeluznante sobre mi nombre, no era raro esperar que ellos estuvieran malditamente acojonados, no importa cuán nieto fuera a darles o cuanto hubieran jurado estar enamorados sus hijos de mí frente a todo el mundo. Ups...

Dejar con la boca abierta a los soberanos de Faiel y casi matarlos de un jodido ataque al corazón, era algo de lo que Verekhan estaría orgulloso. Si terminaba calcinada a mitad de una plaza en medio de una turba enfurecida mientras me llamaban bruja oscura, juro que volvería solo para tirar de las puntas de las orejas del elfo.

- ¿Todo... todo está bien? – balbuceé acercándome lentamente como quien se acerca a un grupo de ratones asustados. Mierda, al parecer yo la había jodido un poquito con mis futuros suegros - ... Oigan, todo esta bien... - Alcé mis manos en son de paz, aunque dudaba que eso fuera a servirme demasiado - ... Soy inofensiva, solo hice eso para ayudar, no voy a convertirme en una loca reina psicópata genocida chupa almas... -

Djin como siempre, fue el que se recuperó primero y dio un paso hacia el frente, sonriéndome a cambio mientras se volvía hacia sus pares rodando los ojos – Creo que los monarcas de Faiel tienen que usar el baño... - se burló. Luego se acercó a mí y tomó mis manos entre las suyas para depositar sobre ellas un tierno y galante beso – Sobrinita... eso fue acojonante y tremendamente increíble... -

- Ese tipo de magia no ha sido visto desde la primera era de Morrigan y sus magos nigromantes... - El rostro de Nicksa tenía una extraña expresión que era imposible de descifrar - ... Comprenderás que fue algo muy desconcertante... -

Aireen reaccionó después, parpadeando bellamente con sus encantadores ojos azules confusos como si despertara de un sueño, luego sonrió – ¡Eso fue impresionante, cariño! – ella caminó hacia mí y tomó mis manos entre las suyas dándole un leve apretón amistoso – Siento nuestro comportamiento, es solo que nos tomó por sorpresa... -

- Así es. La magia oscura es algo que no ha sido usado libremente desde hace siglos – Dijo Ghob con un gesto bonachón en el regordete rostro. El rey duende parecía bastante amable – Ninguno de nosotros tenemos memoria de ella. Solo la conocemos por las leyendas... -

El rey Loran se abrió paso hacia mí, su imponente postura empequeñeciendo todo alrededor. Su aspecto dorado y grácil lo hacían lucir impresionante, Oäk era tan parecido a su padre que no me fue difícil imaginarlo con esa misma estampa de rey de oro algún día. Al igual que Aireen, el no parecía tener dificultades atentando con el espacio personal de los demás cuando tomó una de mis manos y le dio un respetuoso beso – Gracias majestad – dijo solemne – Por pensar en la seguridad de nuestros hijos y de nuestra gente... - sostuvo mi mano cubriéndola con las suyas – Creo que hablo por todos nosotros cuando pido disculpas por nuestra exagerada reacción a su oportuna ayuda... -

Asentí sin poder cerrar la boca. Todo habría sido perfecto de no ser porque Djin, como siempre, habló sin ser invitado – ... primo, primo querido... - dijo rodando los ojos mientras colocaba una mano sobre el hombro del rey Loran que lo miró con desconcierto - ... deja de hablarle a la chica como si estuviéramos en una jodida novela del rey Arturo. Estoy seguro que eso la incómoda, por no decir que es jodidamente molesto y aburrido... -

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