3. Blanco fácil

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- Éste es el segundo piso, donde estás tu - comenzó a explicarle Flavio mientras recorrían el pasillo continuo a su habitación - aquí como te he dicho antes hay gente cercana a tu edad. 

La condujo hacia uno de los extremos del pasillo, lo que hizo que Samantha se fijara en muchas cosas que no había visto antes.

- Éste es el comedor - la llevó hacia la derecha, donde un par de puertas de cristal daban paso a una sala con algunas mesas y sillas parecidas a la de los institutos estadounidenses, donde comen en grupo. Había una gran mesa larga donde algunas personas de delantal negro estaban colocando la comida que servirían en menos de media hora.

- Sólo pueden venir a comer aquí personas de éste piso, como tu no puedes subir a los otros.

- ¿Por que no? - preguntó Samantha.

Tener limitada la movilidad entre los pisos podía suponer un gran problema.

- Porque no todos están en tu condición o son de tu misma gravedad, además de que no es buena idea poner a todos los pacientes de la clínica a cenar juntos, sería un caos. Aquí cenareis unas quince personas como mucho, algunas cenan en su cuarto a veces, dependiendo siempre del caso. Luego volveremos aquí, que aún falta para la comida, ahora sígueme hacia el otro ala.

Volvieron sobre sus pasos y se dirigieron a lo que sería la izquierda visto desde el pasillo de habitaciones.

Samantha pensó que la clìnica estaba diseñada en forma de T.

-Éste es el salón donde se hacen las reuniones grupales con el psiquiatra, aunque ahora está cerrado - le explicó.

Pasaron luego por varias puertas seguidas de lo que deberían de ser los consultorios privados de los doctores.

- Aquí - le enseñó una sala un poco más allá, donde la puerta estaba abierta y Samantha pudo ver un grupo de diez sillas ordenadas en círculo - es el taller de lectura, es muy entretenido, la verdad.

Samantha miró a Flavio pero prefirió no comentar al respecto. No sabía que había de entretenido en que varias personas se sentasen al rededor a leerse cosas.

Flavio le enseñó un par de salas más donde se hacían los otros talleres y acabaron en el extremo del pasillo, frente a una sala grande que aún estaba abierta.

- Ésta es la biblioteca - dijo él - bueno, no tiene muchos libros buenos, yo le agregaría algunos más actuales pero está bien para pasar el rato. Está también el equipo de música aunque los pacientes no tienen permitido tocarlo, si alguna de las enfermeras de la mañana está de buen humor igual os cae una canción un día de éstos.

- ¿Ordenadores hay? -preguntó Samantha.

Sería más fácil si pudiese contactar con alguien de fuera y hacerle su cómplice en la huida.

- No, no, de eso nada - respondió Flavio.

Samantha bufó por lo bajo y descartó esa última idea.

- ¿Y? - preguntó Flavio girándose para mirarla -¿que te ha parecido?

- Lo preguntas como si me hubieses enseñado un parque de diversiones y no un maldito loquero - soltó Samantha.

- Hacemos todo lo posible para que esteis cómodos aquí - respondió él - se que es difícil ahora, pero créeme que si estas aquí es por tu bien, y se terminará antes de lo que crees.

Si el supiera que ella ya estaba bien y que estaba metida aquí por culpa de su tía no se animaría a soltar cosas como esas. Pero claro, él no lo sabía.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now