6. Entre las plumas

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Samantha llegó al comedor a la hora del almuerzo y encontró a Ari comiendo en una de las mesas.

Se alegró por alguna razón, el día anterior no había visto a la chica y pensó que podía haberle ocurrido algo, aunque también estaba la posibilidad de que le hayan dado de alta.

No eran amigas, apenas habían conversado durante la primer cena de Samantha allí, pero era un rostro familiar y eso la tranquilizaba.

Además de que le gustaría conversar con alguien mientras come, el día de ayer se limitó a escuchar conversaciones sin mucho sentido entre la gente y por la noche la cena acabó antes por un inconveniente y no estuvo en el comedor más de media hora.

La noche anterior Flavio le había llevado a su habitación las primeras píldoras estabilizadoras del ánimo, como el doctor Riviera las llamaba.

No iba a tomarlas, estaba segura de que si se las metía en el organismo estando sana iba a causarle el efecto contrario y sería la excusa perfecta para que el doctor Riviera la dejara allí por el tiempo que él quisiera.

Tampoco tomó las píldoras para dormir, necesitaba estar alerta.

Fingió que las tomaba frente a Flavio y se escondió las tres píldoras lo mejor que pudo bajo la lengua para luego escupirlas en el cuarto de baño.

Desde que había entrado a la clínica no había vuelto a tomar las píldoras que su tía le daba cada noche y sentía que estaba volviendo a la normalidad, tanto que alcanzó a dormir seis horas de corrido, cosa que no hacía desde el accidente.

- Mira quien ha vuelto, la rubia - le dijo Ariadna mientras Samantha colocaba su bandeja del almuerzo frente a ella.

- Si yo siempre he estado aquí, la que has desaparecido has sido tu - respondió.

El menú del día era una sopa cremosa que a Samantha no le hacía mucha gracia, pero había desayunado bien y no tenía mucha hambre, probaría un par de cucharadas y si era demasiado repulsiva comería una fruta y ya está.

- Es verdad - le respondió.

- Pensé que quizás te habían dado el alta - le dijo Samantha.

- No rubia, para eso me falta tiempo - respondió.

- Ya - Samantha no se animó a preguntar más, en cualquier caso ya le contaría.

Probó de aquella sopa con textura y no le resultó tan desagradable, se estaba acostumbrando a que la comida de aquel lugar no entraba por los ojos.

- ¿Me dejas que te maquille esta tarde? - preguntó Ari de repente.

Samantha no había reparado en ello, pero la chica que tenía frente a ella llevaba algún tipo de base y bastante máscara de pestañas.

- ¿Tienes maquillaje... aquí? - preguntó dudosa.

- Es que yo era maquilladora, bueno... lo soy aún, o eso es lo que me dice mi enfermera. Me ha costado mucho que me dejasen entrar algunas cosas pero al final me han traído de casa una bolsa pequeña con la que me divierto un poco... mira que cara preciosa que tienes tu, dime que me dejarás maquillarte.

Samantha dudó, sería demasiado tiempo distraída y tampoco quería generar un vínculo con nadie porque podría afectar su plan.

Al final pensó que Flavio no volvería a su turno hasta las siete y no tenía mucho que hacer hasta esa hora, donde se pondría manos a la obra para acelerar las cosas.

- Sólo un poco - dijo a modo de aceptación.

Ariadna se emocionó mucho y le prometió que luego del almuerzo le pediría a su enfermera las cosas e iría hasta su cuarto.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now