21. El día después

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- ¿Que hora es? - susurró Flavio muy despacio en cuanto abrió los ojos.

Estiró el único brazo que tenía libre para buscar su móvil pero no lo encontró, pensó que quizás había quedado en el bolsillo de sus pantalones.

Y no tenía idea de donde estaban sus pantalones.

Volvió a cerrar los ojos tratando de recordar la noche anterior.

Al principio veía todo borroso, como si aquellos recuerdos fueran muy lejanos, pero todo volvió a su mente en cuanto giró un poco la cabeza y la vio durmiendo a su lado.

Samantha descansaba plácidamente pegada a él, con la frente en el pecho de Flavio. Uno de sus brazos estaba atrapado debajo de ella, recordaba que se habían dormido abrazados.

Todo había ocurrido muy rápido, recordaba no haber podido evitar besarla en aquella fiesta y luego el trayecto en el taxi de vuelta a su casa estaba un poco borroso. 

Pero todo lo que había pasado desde que cruzaron la puerta de su habitación hasta que terminaron rendidos en la cama cubiertos de sudor lo recordaba con lujo de detalle, podría repasar en su mente cada momento si así quisiera.

La observó mientras dormía, nunca la había visto así.

El día anterior se había despertado y Samantha ya no estaba en la cama, pero ahora sí. La vio tan guapa con la expresión relajada y cubierta sólo por las sábanas blancas que Flavio pensó que pocas veces había visto una mujer así de guapa.

Se fijó en su boca para darse cuenta de que aquel labial seguía allí, bastante desgastado por todo lo que habían hecho pero aún así no se había corrido ni un milímetro de la linea que delimitaba sus labios, tal y como ella había prometido.

La noche anterior le había ido descubriendo los lunares uno por uno, Samantha tenía muchos. Flavio se había fijado en ellos, al menos en los que tenía en el rostro, pero nunca la había visto así, desnuda, y podía jurar que la chica tenía cientos de lunares por todo el cuerpo.

Desde aquel primer beso Flavio siempre había pensado que plantearse a si mismo sentir algo por ella era difícil, ¿pero, realmente lo era?

Estaba claro que se gustaban y se atraían, demasiado claro. 

¿Pero, y si le pasaba algo más? ¿Si estaba disfrutando quizás demasiado el fingir ser pareja y pasear por las calles de Murcia mientras la invitaba a merendar y le enseñaba sus sitios favoritos?

Flavio creía que si, no sabía el que pero estaba seguro de que algo más había, aunque no sería capaz de decírselo a ella, ni de preguntarle si le estaba pasando lo mismo también.

Samantha tenía demasiados problemas en los que pensar y Flavio no iba a agregarle uno más, al menos no ahora. Le daba miedo convertirse en una carga para ella y acabar alejándola. 

Por lo que decidió que se permitiría disfrutar de ésto, de los besos y de las caricias que ahora se habían convertido en mucho más, pero sin agobiarla con sus sentimientos o con lo que fuera que le estuviera ocurriendo a Flavio en ese momento. Se darían el cariño que ambos necesitaban y buscaban en el otro y cuando la situación de Samantha mejorara ya podrían hablar de algo mas serio, si es que ella quería.

No quería despertarla pero ya debería ser tarde y el estómago le estaba haciendo ruido del hambre que tenía.

Levantó un poco el torso para apartar los mechones de cabello que le cubrían el cuello y comenzó a depositar allí unos cuantos besos dulces y cortos que recorrían cada milímetro de su piel.

En cuanto la sintió removerse un poco volvió a recostarse en la almohada, sin dejar de acariciarla.

- Buenos días - le dijo Samantha aún sin abrir los ojos, enterrando la cabeza nuevamente en el pecho del chico.

Plumas blancas [ flamantha ]Onde histórias criam vida. Descubra agora