13. Dar lugar a la esperanza

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- Hola, papá - Flavio saludó a su padre en cuanto cogió la llamada.

- Flavio, te he estado llamando desde hace una hora, ¿donde estabas? - le dijo en tono alarmado.

Se habría enterado ya lo ocurrido anoche en la clínica, estaba seguro.

- Lo siento, me estaba duchando - se disculpó.

- ¿Cómo se te ocurre no llamarme antes? Me he enterado lo que ocurrió en la clínica ayer por la noche pero nadie me había dicho que el herido habías sido tu.

- Bueno, otra enfermera también resultó herida - respondió - y quizás no todo el mundo sabe que soy tu hijo.

- Tendrías que haberme llamado, Flavio, ayer por la noche.

- No es como si me cogieras el teléfono...

Flavio había estado intentando llamarle por el tema de Samantha y en ninguna ocasión había sido capaz de hablar por más de cinco minutos con su padre.

Lo escuchó suspirar al otro lado de la linea.

- Lo siento, sabes como son estas convenciones, no tengo tiempo ni para respirar - se disculpó antes de soltar otro suspiro - ahora estoy en el Hotel, puedes decirme lo que necesites, pero primero necesito saber que estás bien.

- Estoy bien, no te preocupes.

- Claro que me preocupo, si te he asignado a un sector deberías quedarte en ese, no se por que has tenido que subir al sector de máxima seguridad.

- Porque es mi trabajo, papá - ahora el que suspiraba era él - se que me has convencido de que haga las prácticas allí pero eso es todo, en cuanto las termine sabes que me iré a otro sitio y lo que ha ocurrido anoche es un riesgo que tendré siempre.

- No necesito que me lo digas, lo se - su padre hizo un silencio - ¿se lo has dicho ya a tu madre?

Eran las cinco de la tarde y Flavio se había animado a llamar a su madre hacía apenas un par de horas.

- Sí, y ya he tenido suficientes ataques de nervios por hoy por lo que agradecería ahorrarme el tuyo.

- Lo siento, pero no puedes evitar que me preocupe, eres mi hijo.

Flavio intentó levantar un trozo de papel que había tirado por accidente al suelo y curvó la espalda de dolor en cuanto sintió un tirón en la herida.

Era muy reciente, estaba comenzando a cicatrizar apenas y le dolería durante todo el día pero no podía darse el lujo de no ir a trabajar, tenía que enseñarle la fotografía que había encontrado a Samantha y demostrarle que había encontrado la conexión que tanto buscaban entre el doctor Riviera y su tía.

- ¿Cuantos días te tomarás? - preguntó su padre, que de seguro había oído el quejido ahogado del chico.

- Ninguno.

- Flavio...

- Papá, no puedo tomarme ningún día, y si me dejaras explicarte lo que he estado queriendo decirte hace días entenderías por que.

Su padre le repitió que ahora estaba en el Hotel y que tenía tiempo de escucharle.

- Verás... - Flavio se sentó en su sofá, estaba nervioso porque no sabía como comenzar - es una larga historia y necesito que me escuches con atención.

- Me estás asustando, Flavio, ¿está todo bien?

- Sí, bueno, no - comenzó - es sobre una paciente... sobre mi paciente.


Se pasó una media hora contándole a su padre toda la historia de Samantha, tal cual ella le había relatado los hechos y todo lo que él había notado por su propia cuenta.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now