32. Significa ir a buscarte

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- Joder.

Samantha abrió los ojos de repente, tomando las sábanas de la cama entre los puños como si aferrarse a ellas con fuerza la trajera de vuelta a la realidad.

Se incorporó de un tirón, casi involuntariamente, para sentarse con la respiración agitada, inhalando y exhalando repetidas veces mucho más rápido de lo normal, con la mirada desorbitada.

Tenía todos los músculos del cuerpo tensos, no podía moverlos y tampoco sabía si podría hacerlo.

Miró hacia ambos lados, como desesperada, y la luz que entraba por la ventana del cuarto no le coincidió con su idea de que apenas estaba anocheciendo.

Le costó un poco reconocerlo, estaba desubicada, pero se dio cuenta de que las paredes frente a ella eran las de su cuarto.

Suspiró a la vez que cerraba los ojos, entendiendo lo que estaba pasando, y se recostó sobre su espalda otra vez.

No estaba en la sala, no estaba anocheciendo y mucho menos Flavio estaba allí con ella.

Había tenido una pesadilla.

No abrió sus ojos hasta que su respiración volvió a normalizarse, mientras se repetía a sí misma que todo había sido un sueño, esperando que su cuerpo comenzara a destensarse.

Primero las piernas, de a poco colocó las plantas de los pies sobre la cama y dobló las rodillas. Después, las manos, estaba comenzando a clavarse sin darse cuenta sus propias uñas en la palma de la mano, aunque las sábanas que sostenía amortiguaban bastante la presión.

Volvió a respirar hondo mientras abría los ojos para enfrentarse otra vez a su habitación.

Mientras se repetía una y otra vez que lo que había soñado no era real, estiró su mano torpemente hacia la mesilla junto a la cama hasta dar con su móvil, y después de varios intentos, poder tomarlo para ver la hora.

Eran apenas la siete de la madrugada, y no había sido capaz de dormirse hasta entradas las cinco. En esa casa no era capaz de dormir bien, mucho menos en su habitación. Llevaba toda la semana teniendo pesadillas o sueños extraños, pero el que acababa de tener en el que salía Flavio había parecido por demás de real.

Su primer impulso fue querer llamarle, escuchar su voz y asegurarse de que él seguía en su cama en Murcia, y no camino a Barcelona para darle aquellas malas noticias con las que había soñado, pero tuvo que retenerse para no despertar al chico. Flavio llevaba una semana en Murcia, aunque habían hablado un poco Samantha se había dado cuenta de que estar allí le había ayudado a permitirse hacer el duelo que necesitaba. La mayoría de las veces decidía no molestarle y darle su espacio, no quería agobiarlo, pero el mensaje de buenas noches por parte de Flavio nunca faltaba por mas retraído que hubiese estado aquel día, y aquella noche le había enviado un mensaje diciendo que la echaba mucho de menos, y que aunque le estaba haciendo bien estar fuera de la ciudad un tiempo, le gustaría estar con ella.

A Samantha le gustaría llamarle, oír su voz y decirle que le echaba mucho de menos también, pero eso era como pedirle indirectamente que volviera, y no quería presionarlo a nada.

Después de aquella conversación con Lucas todo había tomado sentido para Samantha, sabía cómo tenía que ayudarlo, dándole su espacio y haciéndole saber que ella estaba ahí, acompañándolo. También era un poco difícil acompañarlo estando en Barcelona, a tantas horas de distancia de él, pero Lucas tenía razón y hay ocasiones donde hay que saber cómo apoyar al otro por más que diga que no lo necesita, porque en el fondo todos necesitamos no estar solos.

Hacía ya unos días que se había dado cuenta de que no recibiría ningún pedido de ayuda por parte de Flavio, él era una persona un poco difícil de dejarse ayudar y lo había entendido, quizás le había costado pero lo había entendido. Pero eso no quería decir que no necesitara ayuda, o que no estuviese necesitando un abrazo.

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora