17. Libertad

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- Me han llegado los resultados del laboratorio - le explicó el padre de Flavio, nuevamente en su oficina - y he hablado sobre tu caso con un grupo de doctores de gran prestigio.

Había pasado una semana desde que Flavio había descubierto la verdad sobre su plan y desde aquel día no habían vuelto a hablar, al menos no como antes.

Él tenía que seguir cumpliendo con su trabajo a los ojos de los demás, por lo que cuando llegaba a la clínica para comenzar su turno, se pasaba por su habitación para saber si se encontraba bien y si necesitaba algo, aunque no pasaba más allá de la puerta, la cual cerraba en cuanto Samantha le respondía que estaba bien y ya no le volvía a ver hasta la hora de la cena en cuanto venía a buscarla y la acompañaba en silencio hasta el comedor.

La indiferencia por parte del chico le dolía, a Samantha le gustaría hablar con él una vez más y explicarle que sus intenciones habían cambiado a lo largo del tiempo y que ya no pretendía seguir aquel plan, que todo lo que estaba haciendo no era para conquistarlo, había dejado eso de lado hace tiempo.

Sin embargo, aquella sensación en el estómago que no la había abandonado en toda la semana se debía a que le extrañaba.

Extrañaba esperarle a que llegara a trabajar solo para verle el rostro y aquella sonrisa con la que siempre llegaba a su habitación, hacía mucho tiempo que ya no le dedicaba ninguna. Extrañaba contarle lo que había hecho en el día, porque aunque en aquel lugar nunca sucediera nada interesante, Flavio siempre parecía escucharla atento. Extrañaba pedirle que la acompañara a caminar por el jardín, cuando las conversaciones fluían y se reían mientras los últimos rayos de sol se colaban por el cielo. Extrañaba hablar sobre poesía, que aunque Samantha no tuviese idea de ello, le gustaba escuchar a Flavio mientras le contaba sobre el texto que había leído la noche anterior.

Le gustaría abrazarlo y que le dijera que todo iba a estar bien, era la única persona que podía convencerla de ello.

Se permitió llorar cuando quiso hacerlo, no tenía sentido ocultarse a si misma que no estaba bien y que le echaba de menos.

Durante ese tiempo volvió a reunirse con el padre de Flavio, el cual quería seguir su caso de cerca mientras esperaban que los resultados de las nuevas pruebas de laboratorio llegasen.

Ese día era su tercer y última reunión, pero eso Samantha no lo sabía.

Tomó asiento en aquella oficina frente al hombre y lo escuchó atenta.

- No tienes ningún tipo de trastorno, Samantha - le dijo.

Ella no supo como reaccionar, llevaba queriendo escuchar aquellas palabras desde el primer día que había llegado a la clínica y ahora por fin estaba sucediendo.

- ¿Me lo está diciendo de verdad? - la sonrisa no tardó en escaparse por su rostro.

- Por supuesto que si - le dijo el hombre - no se como algo como ésto ha podido ocurrir, mucho menos en mi clínica.

Samantha no prestó atención a eso último porque estaba pensando en que se iría, por fin se iría.

- ¿Que pasará ahora? - le preguntó - ¿que harán con el doctor Riviera?

Supuso que tendrían que actuar al respecto, lo que el hombre había hecho era ilegal y algo así tendría que tener consecuencias.

El padre de Flavio carraspeó y se acomodó en su asiento.

- Lo manejaremos con discreción - le dijo - como verás, no podemos permitirnos que una clínica de éste prestigio quede manchada por ésto.

- Pero algo tenéis que hacer, ¿no? Ése hombre me ha mantenido aquí y...

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now