20. Primer día en familia

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- Buenos días - Samantha le saludó en cuanto Flavio apareció por las puertas de la cocina.

Se había despertado antes que él, había abierto los ojos debido a la claridad que entraba por la ventana del cuarto del chico y se encontró en la misma posición en la que se había quedado dormida, lo que era raro porque solía moverse mucho por las noches.

Tenía la cabeza descansando sobre el brazo del chico y una pierna por encima de las suyas.

Hacía mucho que no dormía acompañada y había olvidado lo que se sentía despertar con la sensación de un cuerpo a su lado, y le gustaba mucho. Tanto que dudó en si seguir durmiendo, pero al pasar unos minutos se dio cuenta de que no sería capaz de hacerlo. 

Era la primera vez que le veía dormir, aquella claridad que inundaba el cuarto le recaía sobre el rostro y él no parecía darse cuenta. Tenía las facciones relajadas y Samantha no podía dejar de pasar sus ojos desde la nariz hacia la boca. Le pareció irreal pensar que alguna vez sus labios habían estado entre los de él, atrapados jugando a no soltarse.

Se permitió aquella tranquilidad para dejar de lado todos los problemas de su vida y centrarse solamente en lo que le ocurría con él.

A Samantha le asustaba generar una especie de necesidad, le daba miedo pensar que le gustaba estar entre los brazos de Flavio porque no le quedaba opción. Quizás en la clínica le pasaba eso, Flavio era su único soporte y el único al que acudir. Sin embargo, había salido de la clínica y lo había vuelto a buscar.

Podría haber seguido sola, podría haber buscado otra opción, haber entrado a escondidas por la puerta de la cocina de su casa y retirar sus pertenencias y el dinero necesario para ir a un Hotel. 

Pero no, no había querido ir a ningún Hotel, le había ido a buscar a él.

Entonces, si no era necesidad lo que la llevaba una y otra vez hacia Flavio, ¿que era?

Se avergonzaba de solo pensarlo, pero quizás le estaban comenzando a pasar cosas serias con él. 

Gustar le gustaba, eso lo tenía claro desde el día en que lo besó por primera vez. Le atraía y se había permitido demostrarle cuánto aquel día en su cuarto de la clínica, cuando los besos habían sido demasiados como para contarlos y hasta la caricia más tonta le había hecho estremecer hasta el último centímetro de la piel.

¿Pero si era más que eso? ¿Más que una simple atracción del momento?

Le daba miedo, le daba pánico estar sintiendo cosas por él porque veía muy difícil que a Flavio le pasara lo mismo con ella. Samantha estaba hecha pedazos, lo había estado desde aquel accidente que le arrebató a su madre y acabó por tocar fondo en cuanto la encerraron en una clínica en contra de su voluntad. Ni el que por entonces era su novio había sabido ayudarla, ¿tan difícil era? ¿Tan rota estaba como para que alguien la quisiera bien? Al parecer sí, porque su ahora ex novio se había ido con su mejor amiga y el resto de sus conocidos habían elegido no estar a su lado.

Si todos parecían dejarla, ¿que iba a llevar a Flavio a que quisiera quedarse?

Se paró de la cama con sumo cuidado de no despertarlo, y el chico debe de haber sentido el cambio de peso porque se removió y se puso de lado, aunque seguía profundamente dormido.

Samantha caminó hacia el baño que estaba continuo a la habitación de Flavio y se cambió la ropa de dormir por un vestido corto rosa y blanco a cuadros que a su madre le gustaba mucho. Había tomado de su casa una bolsa que, entre otras cosas, tenía su maquillaje y decidió arreglarse un poco el rostro luego de cepillarse los dientes. Por último, encontró en aquel baño lo que sería el alisador de cabello de la hermana de Flavio y decidió utilizarlo para ponerse el cabello liso, hacía mucho tiempo que no lo llevaba así.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now