29. La sala de urgencias

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- Tendría que habértelo dicho antes - le dijo Flavio aún mirándola a los ojos.

- ¿Pero cómo... cómo no me dices algo así, Flavio?

Samantha estaba desconcertada, sabía que aquella había sido una relación seria pero el hecho de un compromiso de por medio lo hacía mas importante aún.

- No pensé que... no lo se, cada vez que lo pienso... solo quiero olvidarme de esas cosas.

Samantha caminó unos pasos hacia atrás, girándose mientras se tomaba con una de sus manos la cabeza.

- Yo no sabía que se aparecería otra vez por aquí, mucho menos que vendría a pedirme nada - le dijo Flavio - pero eso está acabado desde hace mucho tiempo.

- Flavio yo... - Samantha volvió a girarse para mirarle, aunque a unos pasos de distancia - yo confío mucho en ti, tu lo sabes pero... tengo el anillo de compromiso de tu ex novia en la mano.

Samantha sostenía aquel pequeño círculo dentro de su palma apretada, incapaz de volverla a abrir para ver cuan brillante era.

- Se lo di cuando estábamos juntos, cuando yo creía... cuando creía que estaba enamorado de ella y que sería para siempre, ¿sabes? Pero no tiene importancia hoy y mucho menos significa nada para mi, y tu lo sabes.

- Para ella sí que significa.

- Sí, para ella sí.

Flavio suspiró y tomo asiento en el apoya brazos del sofá, bajando la mirada hacia el suelo.

- Samantha, yo... tu sabes lo que siento por ti, y que aquello ya no significa nada... no... no se como decírtelo, pero es la verdad.

Samantha sentía como todos los pensamientos se acumulaban en su mente, aunque ninguno de ellos era inseguridad. Flavio la hacía sentir segura y le creía cuando le decía que ya no sentía nada por Luna.

- No es por eso, Flavio - le dijo - es que no... no lo se, me lo tendrías que haber dicho, me ha tomado por sorpresa entrar a la casa y ver a tu ex llorando mientras me da el anillo de compromiso que tu le compraste.

- Si no te he dicho lo del compromiso fue porque... no se, cada cosa que he hecho por Luna me hace sentir estúpido... te lo dije en cuanto encontraste las fotografías... ¿que ibas a pensar de mi? ¿que iba a pensar todo el mundo? ¿que el pobre infeliz de Flavio se estaba gastando un dineral en un anillo para un tía que se lo quitaba para estar con otro? No quería... no quería que pensaras así de mi.

Ella negó con la cabeza, no entendía como él continuaba torturándose con aquello.

Flavio no quería que ella lo viera como un estúpido, ¿de verdad aquel era su miedo? 

Si tan sólo supiera que lo único que Samantha pensaba cada vez que le veía era cómo de rápido le latía el corazón, y cómo aquella sensación de revoloteo en el estómago no se iba con el pasar de los días, que quizás sentía que se enamoraba de él cada día un poco más.

Se acercó hacia él y se colocó de pie entre sus piernas, un sitio en el que le gustaba estar.

- Yo nunca te vería así, y tu lo sabes - le colocó la mano libre en el rostro, la cabeza de Flavio estaba un poco por debajo de la altura de la suya pero aún así sus ojos no perdían en ningún momento la conexión.

- Lo siento - susurró él, y el corazón de Samantha se encogió en cuanto vio lo afectado que seguía.

- No lo sientas, ya está - ella bajó un poco su cabeza para dejar un beso en la mejilla del chico, que estaba algo enrojecida y cálida al tacto - pero sí quiero saber... ¿hay algo más? ¿va a aparecerse mañana con un hijo diciendo que es tuyo? ¿soy madrastra y aún no me lo has dicho?

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora