10. Trabajar en equipo

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Flavio no pudo dormir casi nada esa noche.

Llegó a casa en plena madrugada luego de acabar el turno y se sentó en el sofá de la sala para beber un café y pensar en lo que acababa de suceder.

Había descubierto que Samantha no tomaba la medicación y la había confrontado, lo que acabó con ella confesando que estaba allí contra su voluntad, porque su tía la quería lejos de la casa y de la empresa familiar, que en realidad estaba sana.

Flavio había decidido creerle, confiar en ella.

Por algún motivo la chica sonaba sincera y desesperada, y si bien él no podía determinar que en realidad no tuviese el trastorno que el doctor Riviera le había diagnosticado, en el fondo lo sabía.

Le habían advertido que nunca debía confiar en los pacientes de aquel lugar, que podían parecer cuerdos pero que en realidad no lo estaban. Por alguna razón sabía que Samantha estaba cuerda, que no pertenecía allí.

Le costó entender por que la chica no había dicho nada antes, por que estaría pasando los días allí si sabía que la estaban manteniendo en contra de su voluntad y con un diagnostico falso, pero luego de pensarlo durante un rato mientras bebía un café que ya se estaba enfriando, se dio cuenta de que era normal que no confiase en nadie.

Si su propia tía estaba contra ella, ¿en quien podría confiar?

Mientras daba el último sorbo, aún sentado en el sofá, se alegró un poco de que Samantha confiase en él. Sí, la había tomado desprevenida y ella no había tenido más remedio que confesar la verdad, pero al final se había abierto y le había contado todo.

Ese día se quedaron hablando el resto de la tarde, Samantha se fue a cenar y luego regresó a su habitación donde continuaron hablando hasta que el turno de Flavio acabó, a las dos de la madrugada.

Él le hizo todas las preguntas que aún le restaban, que eran muchas, y el tiempo se les pasó sin darse cuenta.

El domingo era su día libre, por lo que no tenía que ir a trabajar.

Se pasó todo el día pensando en Samantha, sin saber muy bien que hacer.

El sábado, cuando se había enterado de la verdad, le había prometido que la ayudaría.

Se lo prometió y vio como los ojos de su paciente se iluminaban, aunque ahora le costaba llamarle paciente, en realidad no lo era.

Flavio se ofreció a ir a trabajar en su día libre para no dejarla sola pero ella le pidió que no lo hiciera, levantarían sospechas y de todas formas no lograrían hacer nada, el doctor Riviera no iba los domingos a la clínica y no había forma de confrontarlo, en el caso de que quisieran hacerlo.

Le prometió a Samantha que hablaría con su padre para conseguir que un segundo médico le hiciera un diagnostico, ésta vez uno verdadero.

El domingo por la tarde llamó a su padre.

No tenía mucha relación con él, había formado una nueva familia en Barcelona cuando Flavio aún era pequeño y lo veía muy poco, además de que al ser director de una clínica vivía trabajando.

Flavio había nacido en Murcia, donde aún vivían su madre y su hermana, y se había mudado a Barcelona para estudiar enfermería, aunque por mucho que viviera en la misma ciudad que su padre tampoco era motivo para verlo más seguido.

Cuando le ofreció hacer las prácticas en la clínica lo vio como un intento de fortalecer el vínculo, de seguro tenía esperanzas de que al acabar las prácticas continuara trabajando allí, pero él estaba decidido a dejar la clínica en cuanto tuviera oportunidad.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now