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- No estoy seguro de poder hacer ésto - susurró Flavio.

- Sí que puedes - le animó Samantha a su lado, hablando en voz baja también - pero si no te sientes... si no te sientes con los ánimos de hacerlo no lo hagas.

El silencio era rotundo en una iglesia llena de personas vestidas con alguna prenda oscura, el color negro siendo uno de los que más veía.

Un cajón de madera oscura se alzaba al final del pasillo que dejaban los asientos.

No había fotografía a un lado del cajón, aunque Flavio no la creyó necesaria, si vienes al funeral de una persona se supone que recuerdas al menos su rostro.

Había pasado ya más de un día desde que recibieron la noticia de que Rafa no había sobrevivido a la operación, su cuadro era crítico y el trasplante muy invasivo, él no había podido con tanto.

Flavio no había llorado aún.

Ni siquiera cuando recibió la noticia, ni cuando vio a la madre de Rafa de rodillas en el suelo pidiendo que todo aquello fuese un sueño, ni cuando el padre de Rafa quiso meterse al quirófano para ver a su hijo por última vez.

No había llorado cuando regresó a casa y ya había amanecido, sabía que Samantha, que no se había movido aún de su lado, no entendería el por que de su falta de llanto.

Ni él lo hacía.

Por dentro estaba destrozado, no entendía, no quería que nada fuese real, y sin embargo no se estaba permitiendo llorar, y eso le mataba por dentro.

Le daba pena Samantha, la chica estaba haciendo todos los intentos posibles para acompañarle pero Flavio no estaba siendo de mucha ayuda, solo quería dormir o estar en la cama mirando el techo como si de tanto pensar pudiese descubrir una respuesta del por que todo aquello estaba sucediendo. Al menos había aceptado la comida que ella le preparaba, aunque todo le cayera como una roca sin Samantha tener nada de la culpa.

Ni siquiera le había visto antes de entrar al quirófano, se había perdido ese último momento con él.

Un primo o algún familiar de Rafa estaba diciendo unas palabras frente a todos, pero Flavio no había prestado mucha atención. Le había prometido a Luna decir unas palabras después de ella, o al menos había asentido en cuanto ella se lo había pedido diciendo que a todos le gustaría escuchar hablar a su mejor amigo.

Flavio no se merecía llamarse mejor amigo de Rafa, no cuando no había estado con él desde el primer día, no cuando había tardado tanto en hacerse un examen de compatibilidad que podía haber cambiado todo.

- Rafa era... Rafa era una de las personas mas especiales que conocí en mi vida - la dulce y ahora quebrada voz de Luna sonaba desde el estrado, Flavio ni siquiera se había percatado de que la chica había subido a hablar - nunca... nunca me abandonó, ni siquiera cuando tenía motivos para hacerlo. Siempre me acompañó en todo lo que hice, me aconsejó, aunque la mayoría de las veces decía que me odiaba porque que era muy difícil seguirme el ritmo - el comentario hizo que a algunos de los presentes se le escapase una pequeña risa al recordarlo, al igual que a Luna, aunque el rostro se le volvió a fruncir a causa de las lágrimas mientras el recordaba - yo... yo aún no puedo creer que ya no esté, ni que... ni que ya no va a estar. No me... no me entra en la cabeza que ya no voy a oír sus chistes, que aunque a veces yo misma le decía que eran malos hoy daría todo por escuchar una vez más su risa. No existe otra persona como Rafa, y yo estoy agradecida de haber podido compartir con él el tiempo que estuvo aquí, porque estoy convencida de que nos ha cambiado la vida a todos los que le conocimos, y yo... yo le voy a echar tanto de menos...

Luna volvió a quebrarse y decidió luego de unos minutos bajar del estrado, estaba comenzando a ahogarse y alguien que Flavio no reconoció le ayudó a bajar para sentarla en su sitio y que respirase hondo.

Plumas blancas [ flamantha ]Where stories live. Discover now