25. Ultimatum

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- ¿Estás nerviosa? - le preguntó Flavio mientras acariciaba suavemente su hombro, recostado a su lado en la cama.

Era viernes, unos días ya habían pasado desde que habían regresado de aquel viaje. 

Samantha necesitó todos esos días para pensar, sabía que tenía que hablar con su tía pero necesitaba un tiempo para saber que decirle, y cómo. 

Lo que había descubierto en aquel viaje era más de lo que se esperaba, Susana tenía un hijo al que jamás había reconocido, el cual estaba viviendo a duras penas trabajando más horas de las humanamente recomendadas para poder mantener un niño pequeño y sacar a su pequeña familia adelante. Aquel chico era mas valiente de lo que Samantha podía imaginarse, había crecido solo, sin una madre ni un padre, ni ningún familiar.

Todos le habían abandonado, y Samantha no entendía como su abuela había dejado que eso ocurriese.

No sabía nada de lo que había ocurrido en realidad, quería obtener respuestas cuanto antes, pero de lo único que estaba segura era de que Hugo y la familia que él mismo había formado merecían más de lo que tenían, y se aseguraría de que su tía se los diera.

- Algo - respondió, estremeciéndose al tacto del chico sobre su piel desnuda - he repetido en mi cabeza mil veces lo que quiero decirle, pero no se lo que saldrá ni cómo.

Había decidido que al día siguiente se aparecería en su casa y obligaría a Susana a hablar con ella, ésta vez si.

- Saldrá bien - le dijo él, convencido - ¿seguro no quieres que esté allí para apoyarte?

Samantha negó con la cabeza y se removió en la cama para acercarse un poco más a él, mientras las sábanas del chico envolvían su piel con delicadeza.

- Gracias, pero es algo que tengo que hacer sola - le respondió - pero estarás aquí cuando regrese, ¿verdad?

Flavio asintió mientras colocaba el brazo sobre la cama para poder sostener su cabeza con la palma de la mano y mirarla mejor.

- Tu sabes que si - respondió acariciando su barbilla - confío mucho en ti, se que puedes hacerlo.

Samantha sonrió y alzó su cabeza para depositar un beso en el pecho desnudo del chico, no sentía una tranquilidad como esa desde hacía mucho tiempo, incluso dudaba de si la había experimentado alguna vez.

Él era su lugar a donde siempre regresar, estaba segura de eso.

En los días que habían pasado allí juntos se habían acomodado para convivir y hacer de la casa de Flavio un lugar para los dos, él la hacía sentir como en casa y ella agradecía tener un sitio al que poder llamar así, aunque fuera al menos de forma momentánea.

Con respecto a Luna, Flavio había recibido otro mensaje de la chica pidiendo si podían verse algún día para hablar, quería decirle algo pero él aún no había respondido, decía que se lo pensaría antes de hacerlo.

Uno de esos días también había hablado por teléfono con Amanda, aquella a la que llamaba amiga de toda una vida y que ahora parecía una desconocida. Ésta la fue a buscar en su casa y allí, de alguna forma, consiguió que su tía le dijese donde estaba. No donde estaba exactamente, porque no lo sabía, pero de una forma u otra Amanda consiguió ponerse en contacto por teléfono con Flavio y localizarla.

Samantha no tenía intenciones de cruzar ni una palabra con ella, pero decidió hacerlo porque era hora de comenzar a dejar que sus heridas cicatrizaran, y por alguna había que comenzar.

Aceptó devolverle la llamada pero no sirvió de mucho, escucharla le recordó cuánto la necesitaba en un momento así y lo poco que podía confiar en ella ahora, y las disculpas de la chica tampoco le sirvieron. Lo que no aceptó fue verla en persona, no iba a arriesgarse a que Lucas también apareciera en escena porque era lo último con lo que quería lidiar ahora mismo, solo quería dejar todo lo malo atrás y empezar de cero.

Plumas blancas [ flamantha ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora