Capítulo 22

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El viento movía su perfecta melena castaña; los ojos grises podían notar en la mirada de su más grande tesoro un pesar enorme. Por si la muerte de su padre no fuera suficiente el tatuaje de la serpiente la torturaba lentamente ¿Draco sabía de esto? no del todo; su padre hace muchos años, cuando eran niños y la amistad apenas se estaba consolidando le explicó que la chiquilla Stonkh poseía un poder inimaginable y por ello les convenía tenerla de su lado.

Con el tiempo las palabras de Lucius Malfoy, su progenitor, le valieron poco. Descubrió la bondad, el cariño y la protección de una familia destruida por el poder y la crueldad y de alguna manera se identificó pues, aunque su familia estaba completa poco a poco se despedazaba de la misma manera por los mismos motivos y quizá con los mismos resultados. Conocía la historia de Keisha Valdim, hija única de la familia francesa Valdim; sangre pura de las más antiguas y una de las familias europeas más ricas del reino mágico hasta que se unieron a Voldemort o eso contaba su padre.

-¿Que es lo que más te atormenta mi pequeña?- preguntó en un susurro cuando acarició ligeramente la pálida mejilla de la chica. Ambos estaban recargados en el barandal de la torre más alta de Hogwarts y el rubio sabía a la perfección que esa era la parte favorita de su amada en todo el castillo sin embargo la angustia de su rostro opacaba la distracción del cielo oscureciéndose.

Elizabeth suspiró y agacho la mirada sin dirigirse a Draco. Sus pensamientos la atormentaban, ella lo quería tanto que no podía creer que estuviera mintiéndole, pero debía hacerlo por su bien.

-¿Confías en mí?- fue lo único que salió de su boca, de esos delicados y perfectos labios con un toque de rosa pastel.

-¿Por qué no habría de hacerlo?- respondió con otra pregunta, la sonrisa tranquilizadora era algo que Elizabeth no quiso ver pero que, sin duda alguna, se imaginaba entre las hebras de su cabello castaño. -Te confiaría hasta mi vida Stonkh-

Aquello la hirió más de lo que esperaba, su corazón se comprimía en su pecho y las lágrimas comenzaban a salir. Draco lo notó, pero no quiso preguntar, en su lugar paso su brazo por los hombros de la chica y delicadamente la atrajo a su pecho; Elizabeth no lo pensó dos veces, se aferró al platinado con ambos brazos y el llanto que tanto había contenido por semanas lo soltó en la túnica del Slytherin. El de mirada gris no se esperaba un llanto tan doloroso, se sentía impotente por no sentir el dolor que su princesa tenía, no sabía que hacer más que abrazarla, hacerle saber que estaba ahí bajo su protección y que nadie la tocaría mientras estuviera vivo.

-¿Que es lo que tanto te atormenta?- volvió a preguntar Draco en un susurro más bajo que la primera vez. El dolor de Elizabeth se pegaba rápidamente a él; sentía su sufrimiento, su pesar, su tortura y sus miedos aunque no supiera exactamente cuales fueran las razones ni en la misma intensidad que ella pero estaban presentes.

Los gemidos de Elizabeth se intensificaron aferrándose al de cabellos rubios platinados, se sentía tan sucia e hipócrita pero no era tiempo de que Draco supiera la verdad...aún no, por lo que no contestó de nuevo a su pregunta. ¿cómo decirle lo que de verdad era? aunque fuera hijo de mortífagos debía aplazar el sufrimiento que tarde o temprano comprenderá.

-Estoy a punto de hacer algo terrible-

-Si sabes que es terrible ¿Por qué lo harás?- pregunto con comprensión en su voz, como si aquello que la chica dijo lo hubiera hecho por el simple momento de frustración y no por que de verdad fuera a hacer ese "algo terrible".

-Porque no tengo opción-

Draco no dijo nada, no sabía que decir. ¿De verdad haría algo terrible? quería preguntarlo, pero los lamentos de su princesa lo atormentaban. En tantos años de conocerla jamás la había visto de esa manera; la muerte de su padre había sido fuerte, sus poderes empezando a descontrolarse eran el colmo pero había algo más ¿que era ese algo más?.

Ella, Mi princesa. (Draco Malfoy)|TERMINADA| (#1) - AUTORA ORIGINALWhere stories live. Discover now