Experimenta Conmigo [+18] ✔️ (COMPLETA)

D I E Z | P A L A B R A S

"¿Qué hacía él? ¿Por qué me ayudaba? ¿Por qué simplemente no me dejaba sola con mis problemas? Cuando ya estaba más que acostumbrada a estarlo"

Abby.

El sonido de una suave melodía la hizo despertarse en el asiento delantero de un coche conocido.

La joven universitaria abrió los ojos pesadamente y lo primero que observó fue a Mike conducir con un rostro extraño, una expresión que jamás le había visto en lo poco que lo conocía. Pero incluso a pesar de eso, ella le costó retirar la mirada de ese hombre que tan guapo era y luego empezó a moverse con incomodidad, descubriendo que se encontraba sentada a su lado, con el cinturón de seguridad puesto y ni siquiera supo cómo había llegado hasta ahí.

Y de nuevo su dolor de cabeza empezó, al igual que su estómago empezó a rugir de hambre y Mike la miró rápidamente al ver que se movía del asiento. Tomó algo que tenía guardado cerca de él y se lo entregó a ella.

—Tómate esto —dijo él con la mirada diferente y ella lo tomó con extrañeza.

—¿Qué es? —cuestionó al mirarlo.

—Chocolate negro —aclaró él, ahora escuchándose esa voz de angustia que intentaba esconder y que llevaba desde que ella se había desmayado—. Es para que al menos tomes algo antes de ir a casa.

Con eso bastó para hacerle saber a Abby que sabía que ese desmayo era porque ni siquiera había comido. No hacía falta sacarse un curso para saber cuándo alguien no había comido y no se encontraba bien, lo que él no comprendió fue porqué ella no había comido nada.

Y antes de averiguarlo, solo quería asegurarse de que ella tomaba algo para que tuviese el estómago lleno.

—¿Me vas a llevar a casa? —preguntó ella alarmada.

Y esa alarma lo sintió él, sabiendo que quizás el problema lo tuviera en la casa de esa joven. La observó por unos segundos yendo por una carretera distinta que Abby no conocía. Y recordó las cosas feas que le había dicho aquel día que había ido a la casa de ella sin avisarla, como Abby miraba siempre la puerta por si alguien entraba y se sintió como un estúpido por tratarla de esa forma a esa mujer tan sensible que tenía a su lado.

—No. Vamos a la mía. Voy a hacerte el almuerzo —contestó con voz grave y Abby se asombró por ello.

Empezó a comerse el chocolate que, bien no era su favorito, pero tenía tanta hambre que le daba exactamente igual y se lo tomó con algo de rapidez, a pesar de ser una mujer lenta a la hora de comer. Y Mike la observó por unos segundos, preocupado por esa joven que desprendía un olor increíble.

Deseaba hacerle miles de preguntas, pero sabía que era un desconocido para ella y que, quizás, no le respondería con sinceridad. Por eso no dijo nada y, cuando Abby paró un momento de comer, lo observó con algo de vergüenza y las mejillas sonrojadas.