Experimenta Conmigo [+18] ✔️ (COMPLETA)

T R E I N T A | J E N N Y

"Quería abrirme ante ella emocionalmente, porque sabía que ella era la mujer perfecta de mi vida"

Mike

Habían pasado dos semanas después de aquella escena en el garaje. Tras esa muestra física de cariño, ninguno de los dos no volvió a acostarse y no por falta de ganas, sino porque Abby no quería.

Mike sabía que quizás no deseaba hacerlo con él siempre, pero ya eran casi quince días que no lo hacían y eso le estaba preocupando. No sabía exactamente qué es lo que ocurría o si quizás Abby simplemente se estaba cansando de él o también deseaba tomarse un tiempo de ello.

No la culpaba de ser así, y le daría todo el tiempo que ella deseara.

Pero lejos de todo eso, ambos seguían saliendo juntos como amigos. Iban al cine, cenaban juntos, daban paseos nocturnos, volvían a ese mirador y de vez en cuando se daban un pequeño beso en los labios.

Ya era marzo y ambos habían cambiado bastante desde sus inicios en dicha relación. Su relación parecía subir al siguiente nivel por cada día que pasaba y quizás, ambos, estaban asustados por el rumbo que estaba tomando todo. O simplemente creían no estar preparados para dar el siguiente paso.

Igualmente, los dos eran felices juntos y se complementaban a la vez. Era como si ninguno de los dos hubiese encontrado jamás a su alma gemela, hasta ahora. Hasta ese día en ese pasillo donde Mike vio por primera vez a Abby, abrazada a esa carpeta que ahora él llevaba a casi todos lados cuando iban juntos a clases. Por no hablar de que Mike siempre la esperaba de pie en esa puerta de su aula.

Ya no estaba celoso por Uriel, ya no sentía esos celos, pero era cierto que había algo en Uriel que no terminaba de gustarle. Quizás su afán por intentar que Abby pusiera los ojos en él, o simplemente que su ego no le gustaba.

Fuera lo que fuera, ya no se preocupaba por ello y había pasado esa página. Porque confiaba en Abby y confiando en ella, lo demás daba igual.

Fue en ese momento que, una Abby con unos pantalones cortos azules con unas medias largas oscuras que cubrían su piel se acercaba a él con paso decidido. Su jersey rojo se notaba de lejos y recordaba tan bien ese jersey tan suave que se abrazaría a ella hasta el final de los tiempos. Y no puso evitar mirar esos pechos grandes y redondos que se le formaban tan bien por ese jersey tan apretado. Y tuvo que hacer autocontrol para no quitárselo en ese escondite de ellos.

—Hola, princesa —saludó Mike una vez que ella estuvo cerca de él, con esa sonrisa espectacular que se le formaba cada vez que la llamaba así—. Hoy estás muy ardiente.

La sonrisa de Mike la contagió a ella y Abby no pudo soltar una pequeña y delicada carcajada que salió de lo más hondo de su garganta.

—Vaya, gracias por el comentario —respondió y, mientras Mike le entregaba el casco de ella, esta le preguntó. —¿A dónde quieres ir?