Experimenta Conmigo [+18] ✔️ (COMPLETA)

D I E C I S I E T E | C E L O S

"Jamás me había sentido así. ¿Qué me estaba pasando?"

Mike

Al día siguiente, una Abby cabizbaja había aparecido en clase. Le había dado esquinazo a Mike cuando siempre la recogía entre aquellos árboles, pero no quería enfrentarse a él tras la escena del día anterior. Entre lo de romper un plato y la huida tan repentina, lo último que deseaba era que él le preguntase porqué se había ido de esa forma.

Y lo último que quería era preocuparlo.

Tras ese agarre de su madre en su antebrazo, le quedó una marca de los dedos en la piel, y le dolía si lo tocaba, por lo que llevar siempre jersey y suéter largos era una ventaja cada vez que le ocurría tales cosas. Pero lejos de ese agarre no ocurrió nada más, dado que su padre aún no había llegado cuando llegó a su casa. Aunque su madre le echó la mayor bronca jamás tenida a consecuencia de ello.

No paraba de recibir llamadas de Mike, quien la esperaba fuera de su casa, pero ella había despertado muy temprano y había huido de su casa para que Mike no la viera con ese rostro que llevaba ese día. Y se sintió la peor persona por esquivarlo, tratarlo así y saber que él no le haría tal cosa.

Por eso, cuando fue a la clase, sentada en su pupitre ajena a todo, alejada de todos sus compañeros y sola, pudo observar un movimiento frente a la puerta de entrada donde, un Mike algo cabreado la miraba desde ahí. Abby sintió su mundo pararse y se odió por dejarlo tirado, pero de pronto vio alivio en su mirada y no entendió eso.

¿Acaso Mike no estaba enfadado con ella?

Cuando la clase empezó y Mike se fue a su clase, Abby volvió a su mundo cuando, de pronto, tres toques en la puerta de escucharon y un "adelante" de la profesora se escuchó.

Fue justo ahí cuando todos los de clase, sobre todo las universitarias, observaron a ese individuo en cuestión al verlo entrar. Y Abby levantó la mirada para poder mirar quien era quien estaba entrando en esa clase.

—Que guapo —dijo una que se sentaba en la mesa que había frente a ella y Abby levantó la ceja al ver al joven.

Era alto, pero no tanto como Mike. Su pelo era un poco largo, de un color muy oscuro y con una mirada penetrante de ojos marrones. Parecía que se había bajado de una moto por su chaqueta negra de cuero, sus botas del mismo color y unos pantalones no tan ajustados, pero suficientes para que las mujeres dieran un suspiro al verle el buen trasero que poseía.

Llevaba un piercing en la nariz y su rostro era muy pronunciado. Por no hablar de los anillos plateados y negros que decoraban sus largos dedos.

Abby lo observó y notó cierta familiaridad con ese chico que, a su vez, miró a Abby que era la única que no lo miraba como si se lo quisiera comer entero. Y la sonrisa de ese hombre fue directa hacia esa joven triste que escondía demasiadas cosas.