Introducción

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Todos fuimos pródigos alguna vez. Todos estuvimos lejos del Padre. El pecado nos dañó. Separación generó. División causó. Pero un día el perdón nos alcanzó.

La sangre de Jesús nos hizo aceptos delante del Padre. Ahora en gracia vivimos. Pero incluso aún siendo perdonados, el pecado continuamente nos quiere alejar de la casa del Padre.

Un día, sin darnos cuenta, la duda nos invadió, la tristeza se sentó y el enojo reinó. Pruebas, situaciones difíciles, pérdidas y dolores son algunas de las causantes que provocan en nuestro corazón el deseo de alejarnos de la casa del buen Pastor.

Tal vez, nunca lo pensaste. Tal vez sí y estés pensándolo en este mismo momento. No hace falta "alejarnos" físicamente, muchas veces nos alejamos "espiritualmente". Nos enojamos, no obedecemos la voluntad del Padre y nuestro corazón se endurece.

Alejarnos del Padre es una decisión de la cual no se vuelve fácil, tampoco intacto, pero nunca es demasiado tarde como para poder regresar. Nunca es tarde para volver a casa.

Esta es la historia del Hijo Pródigo.

Esta, puede ser tu historia.

Cartas de un pródigo                               Where stories live. Discover now