Carta al Paracletos

42 6 0
                                    


Querido Espíritu Santo:

Te escribo para que no dejes tranquilo a mi Hijo. Sé que dentro suyo, estás triste y apagado. Hace tanto no te alimentas ni fortaleces. Pero estás ahí. Él es nuestro. Él es mi hijo comprado por un alto precio en la cruz del calvario.

Te pido que intercedas, te pido que le hables al oído y no lo dejes tranquilo. ¡Gritale si hace falta! ¡Gritale! Que no pueda cometer algo grave de lo que no pueda volver atrás. Mi hijo decide, pero debemos ayudarlo. Necesita nuestra ayuda. Se que no tenes fuerzas y que estas apagado, pero aun estás allí.

El Maestro de las Profundidades no puede robarse la vida de mi Hijo. Te pido que lo libertes, que le des consolación y discernimiento. Te pido que lo ayudes a darse cuenta de su accionar antes de que sea demasiado tarde.

¡Lo amo! Lo amo tanto, no quiero verlo destruido, debemos intentarlo. Él no quiere saber nada, nada con nosotros, pero yo no puedo dejarlo ir así nomás. Lo amo demasiado como para verlo irse sin intentar una vez más que regrese.

Paracletos, te pido que no lo dejes en paz. Que sienta tu dulce voz susurrando en su oído, en su corazón, en su conciencia. Te pido que lo guíes a la verdad, que lo encamines en el camino de la Verdad. Lamento que estés apagado, enfriado... pero sé que podés seguir actuando. Se que tu voz se sigue escuchando resonar por los rincones de su alma y en las profundidades de su corazón.

Espíritu Santo, actuemos.

El Padre.

Cartas de un pródigo                               Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon