Cartas de un pródigo

Una decisión

El corazón del Hijo estaba confundido. Ya no veía esperanzas de regresar. No había razón lógica ni motivo alguno por el cual el Padre lo podría recibir nuevamente en su casa. Sabía que su Padre lo amaba, pero había algo más fuerte, algo que no permitía que regresara corriendo a su Padre.

Es por esta razón, que decidió quedarse trabajando en cualquier lugar que encontrase. Ya nada le quedaba. Ya había gastado su dinero en cosas vanas. Tanta era su hambre que, de camino, vio una granja al costado de la calle, y decidió preguntar si había un trabajo disponible para él.

Durmió en el frío. Entristecido por todo lo que vivió. Recordando viejos tiempos en los cuales era feliz en su casa, con sus hermanos y con su ordinario trabajo.

Pero en aquella fría y oscura noche, contemplando las estrellas en aquel descampado lugar, el joven tomó una decisión. Debía dejar de escuchar a su Amigo. Si. Aquél que se llamaba su "amigo" no lo era.

El Hijo, no se había dado cuenta, pero algo había cambiado en su corazón. Se dio cuenta de cuántas mentiras había creído durante este tiempo. Se dio cuenta de todo el mal que había causado en la casa de su Padre. Se había arrepentido de sus errores y ahora tenía que rechazar todas las mentiras que se había creído y alejarse para siempre de su amigo.