Carta 3

76 8 1
                                    


Querido Padre:

Llegué finalmente a un pequeño pueblo lejos de casa. Muy pintoresco. Pocas casas de madera, pero el comercio aquí es grande. El mar está cerca por lo cual vienen muchos barcos día y noche. Tal vez podré vender mis productos.

Cuando sea rico te voy a comprar la mejor alfombra que consiga. La gente acá es muy amable y por las noches hay mucho movimiento. Son personas alegres y risueñas, parece que no tuviesen los mismos problemas que hay cerca de casa.

Estoy en una posada por unos días hasta que encuentre un lugar donde quedarme definitivamente. Todavía tengo mucho dinero, además del que me diste, pude traer todos mis ahorros. Nunca estuve tan feliz Papá. Al fin parece que mi vida comenzó.

Entiendo que mi Hermano también pasó situaciones difíciles. Entiendo que tu trato es personal con cada uno de tus hijos. Pero no es lo que yo quiero ahora. Tal vez cuando era pequeño sí. Antes no me molestaba que decidieras por mí. Era chico y no entendía mucho de la vida. No conocía el mundo. Hay mucho que me estaba perdiendo por estar en casa. Hay mucho que no podía ver por estar trabajando.

Como te dije, no me molestaba trabajar y servirte. Siempre lo hice de la mejor manera porque me dabas todo. Pero Papá, tus hijos crecen y queremos algo distinto. Todo se limita a lo que vos querés o no querés. Todo se limita a tu voluntad. Todo está limitado a tu voluntad. No tengo nada en contra de eso, al contrario, sé bien que es "buena, agradable y perfecta" pero es tan distinta a mis deseos, a mis sueños, a lo que yo quiero para mi vida.

Siempre estás decidiendo por mí. Si querés o no darme lo que te pido. Decís que es por mi bien, porque tenés "algo mejor". ¡Yo no veo nada mejor en quedarme sin trabajo y trabajar en casa! ¡Yo no le veo nada mejor a que me dejaras solo! ¿Esos son tus planes de bien para mi vida? ¿Acaso eso es lo grande que tenés para mi vida? Estoy cansado de vivir de migajas, vivir pendiente de lo que vos decidas o no, vivir como vos querés que viva.

Ya soy grande Papá. Puedo tomar mis propias decisiones. Vos me dijiste que tengo libertad y hoy quiero usarla. Tus planes no son los míos. Vos querés que siempre trabaje en el taller y yo no. Quiero crecer, quiero independizarme y poder ser rico y conocido en esta tierra. ¿Qué tiene de malo querer crecer? ¿Qué hay de malo en querer soñar con algo mejor?

Perdóname Papá, pero esta vez no quiero lo que tenés pensado para mí. Además, ¡nunca me dijiste qué es eso grande que tenés planeado! ¿Por qué no me decís directamente? Me haces esperar, te haces el misterioso en lugar de decirme específicamente qué es "eso" que querés para mi vida. Si es para mí, ¿por qué no me lo contás y listo? No puedo estar esperando siempre. La vida se pasa y mis sueños pasan por delante mío. No puedo esperarte por siempre a ver qué querés con mi vida.

Vas a ver que no me voy a equivocar. Me enseñaste bien. Me educaste bien estos años. Es hora de que cumpla mis sueños y pueda crecer solo.

Te escribo, 

                                                                             Tu Hijo

                                                                          El Pródigo.

Cartas de un pródigo                               Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz