XXXV

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"—¿Crees en el amor, mamá?

—Sí, por supuesto que creo en el amor. Y existen muchos tipos de amor ¿A cuál te refieres tú? —sonrió.

—Pues, al de pareja. ¿Crees en ese amor, mamá Tisai? Porque las mujeres de Eritma no aman a los hombres.

—El amor es como una flor. Comienza de a poco a crecer, como una semilla. Y hay que cuidarlo y nutrirlo siempre, para que crezca y sea fuerte.

—Mm, pero hay flores que tienen espinas, eso quiere decir, que el amor también duele —pronunció pensativo el pequeño rubio.

—Así es, mí Solcito —sonrió acariciándole el cabello—. Hay amores que duelen, pero pueden ser tan hermosos como una rosa. Aún sabiendo que puedes cortar tu mano, la conservas, la cuidas, porque es hermosa, y vale la pena tenerla.

—No creo que valga la pena tener algo que pueda hacerte daño, mamá Tisai. Después de lo que has dicho, veo más al amor como una flor que crece en tu interior. Y dependiendo del tipo, será algo bueno o malo.

—Está en ti, el tipo de flor que siembres en otra persona. Procura entonces, que siempre sea una sin espinas."

Se sentó frente a la orilla del mar, y lloró con tristeza. No era justo que a él lo juzgaran, por los errores que había cometido alguien más.

Una persona que él ni siquiera conocía.

Y sí, tenía razón, el amor era como una flor que alguien más sembraba en ti. En su caso, Giselle había hecho florecer una rosa llena de gruesas y punzantes espinas.

—A-Abuela, ya no quiero esto —sollozó—. Tú nunca m-me dijiste como evitarlo, o solucionarlo... Y ahora necesito tanto hablar contigo.

Se cubrió los ojos con una de sus manos, sintiendo como el agua mojaba sus pies.

—Tú tenías razón, la vida que estaba llevando me iba a traer problemas, y jamás creí que serían de este tipo. No soy malo como ella cree, pero ni siquiera quiere escucharme... Ella debe pensar que no valgo la pena ni para darme una oportunidad —lloró angustiado—. Mamá, me siento muy mal conmigo mismo, no quiero sentir esto, no quiero... Hazle saber que no soy igual a su padre, sé que tú podías tocar el corazón de cualquier persona que te conociera.

***

La miró, y luego la abrazó, tomando el tazón de palomitas de maíz con su otra mano, poniéndolo sobre los muslos de ella.

Mart había pasado por la casa de Giselle a saludarla, y al ver qué la jovencita no se encontraba bien, decidió quedarse para hacerle compañía.

Giselle no le había querido contar nada, pero al final, ahora estaban acostados en la cama de ella, viendo una película, mientras la abrazaba.

Pero la cabeza de Giselle estaba en otro lado. Su mente estaba muy lejos de allí.

"—Quiero estar contigo, te deseo tanto —sonrió entre besos.

Ella sonrió, besándolo también, pudiéndolo sentir. Sabía que estaba siendo sincero, el cambio en su aroma, lo delataba.

Sin contar con la sonrisa tonta en sus labios, y él no querer dejar de besarla.

—Seré cuidadoso, lo haremos como tú quieras.

—Y-Yo.

—Podemos ir a mi casa, y si te arrepientes, nos detenemos.

—Nunca hice esto —murmuró mirando hacia abajo.

Zhanda la tomó del rostro, y la besó suavemente, antes de separarse sólo unos centímetros de sus labios.

—Está bien, no importa, me conformo con besarte."

...

No me dejesWhere stories live. Discover now