XLVI

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El problema era él, y lo sabía, pero no podía decírselo a Deismy. Su joven mujer estaba tan ilusionada con ser madre, y lo amaba tanto, que temía decirle que ella no quedaba embarazada, porque él se había realizado una vasectomía.

Luego de que Giselle se fuera, y llevarse el susto con aquella mujer y el posible embarazo, Zhanda había decidido realizarse la operación, para no correr más riesgos.

Si bien la vasectomía podía ser reversible, con una nueva operación, él aún no quería hijos con Deismy. Recién sólo llevaban dos meses de casados, era muy pronto para tener un bebé.

Deismy se acercó a él, y sonrió, antes de subirse encima de sus muslos, pasar sus brazos por detrás de su cuello, y besarlo.

Él sonrió contra sus labios, abrazándola por la cintura. Sí, no necesitaban un bebé aún. Quería disfrutar su tiempo como parejas.

Aún había tanto por conocer el uno del otro, y quizás... Hasta podía llegar a amarla.

***

—Diosa mía, ¿Por qué lloras, mi amor? —le preguntó afligida, acariciándole el vientre a la bebé.

No era tan fácil ser mamá. Sunny a veces ni dormía por las noches, comía todo el día, y a veces se le daba por llorar como ahora, y Giselle no sabía que hacer para calmarla.

Ni siquiera dándole el pecho se calmaba. La pediatra le había explicado que era normal que los bebés tan pequeños sufrieran de cólicos, pero no sabía si lo eran todos los días.

La tomó en brazos con cuidado, y repartió suaves besos por las mejillas de la niña, antes de acunarla contra su pecho, y levantarse la camiseta, para darle de mamar.

—Eso es, mi amor, come y ya no llores —sonrió acariciándole su pelito—. Eres muy bonita.

La bebé pronto cumpliría un mes, y Giselle prácticamente había recuperado su peso. Entre no dormir, atender a la niña, y estar todo el día activa, la había hecho perder peso muy pronto.

Giselle observó su armario, y luego suspiró. Tal vez... Era momento de volver a Kanat'ma, necesitaba la ayuda y los consejos de su mamá.

***

—Cuéntame de ti, mi amor —sonrió con los ojos cerrados, acariciándole el pecho.

Ambos estaban acostados en la cama, luego de haber estado juntos.

—¿Qué te gustaría saber?

—Lo que quieras contarme. ¿Qué se siente ser uno de los hombres más importantes de nuestra isla?

—Es una mierda.

—¿Por qué lo dices? Zhanda, eres el hombre más inteligente, e influyente de toda la isla. Hasta me atrevo a decir, de nuestra especie. Hasta yo no creo que sea tu esposa —sonrió abriendo los ojos, mirándolo—. Es increíble que tú me eligieras —le dijo dándole besos cortos en los labios.

—¿Por qué dices eso? Eres una chica muy bonita, e inteligente.

—¿Bromeas? Decenas de chicas hermosas querrían ser tu mujer, Zhanda. Soy muy afortunada de ser yo la elegida, y de qué tú seas el padre de mis futuros bebés —le dijo ilusionada, abrazándolo—. Ya imagino a todos nuestros bebés hermosos, rubios como el sol. Muchos pequeños Zhanda y Deismy.

Pero él no compartía ni su ilusión, ni su felicidad... Zhanda no quería hijos aún.

—Mi amor ¿Por qué sacaste las rosas del jardín?

—Ah, porque... No me gustan.

—Pero si eran muy bonitas, amor.

—Tienen espinas, y son muy complicadas de cuidar y mantener —pronunció con molestia.

—De acuerdo —murmuró la rubia.

En su lugar, había plantado girasoles, algo que había tomado por sorpresa a a la jovencita.

Y si aquello...

—Zhanda ¿A quién simboliza la rosa para ti?

...

No me dejesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن