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Se despertó por los suaves besos de él, y al abrir los ojos, Zhanda sonrió, antes de volver a besarla.

—Buen día.

—Buen día —susurró ella, algo... Incómoda.

Era la primera vez que despertaba con él. Y se le hacía bastante extraña la actitud que estaba teniendo, esta nueva faceta que no conocía de Zhanda.

El rubio le dio un último beso, y luego colocó una bandeja sobre los muslos de ella.

—Espero te guste.

—Gracias Zhanda ¿Tú no desayunarás?

—Tomé un café hace un rato, no tengo hambre ahora —sonrió suavemente.

Ella tomó el tazón con avena, y le dio una probada. Miró curiosa como Zhanda se subía a la cama, y se acostaba a su lado, apoyando su cabeza sobre el pecho de ella, pasando uno de sus brazos sobre su vientre.

Giselle miró hacia abajo, y luego le acarició el cabello con su mano libre, escuchándolo ronronear.

—Me alegra que te sientas mejor.

—Sólo quédate conmigo —pronunció con los ojos cerrados, aferrado a ella.

Giselle bajó a sus labios y lo besó suavemente, siendo correspondida por él.

—Te amo —susurró contra su boca—. Te amo, Giselle.

***

Estaba preparando el almuerzo, mientras su hijita estaba en su coche con un peluche, cuando sintió los brazos de Zhanda alrededor de su cintura, y los labios de él en su cuello.

—C-Creí que estabas durmiendo.

—Me desperté cuando no te sentí a mi lado —ronroneó, sonriendo—. ¿Necesitas ayuda?

—No, puedo cocinar sola, pero si quieres, entretiene a Sunny.

La giró entre sus brazos, y le dio varios besos cortos, seguido de uno más lento, dejándola sin aliento.

—Bien, pero si necesitas ayuda, llámame.

—S-Sí.

El rubio fue hasta el coche, y tomó a la bebé en brazos, saliendo de la cocina. Giselle respiró profundo, y luego cerró los ojos.

Zhanda era blanco o negro, no había tonalidades grises con él... Y para Giselle no era tan fácil aceptarlo. Ella necesitaba tiempo para poder verlo como su pareja.

Es más, él ni siquiera le había propuesto nada, simplemente había asimilado que ya lo eran.

—Oye, Gisse, creo que la bebé tiene hambre, se está chupando mucho el puño, y se puso fastidiosa —sonrió el rubio asomándose por la puerta de la cocina.

—¿Tienes hambre, mi amor? —sonrió escuchando los quejidos de su hija, molesta.

—Parece un gatito molesto —sonrió dándosela.

—Y se pone como uno —pronunció con ternura, caminando con la niña en brazos hacia la habitación, para poder alimentarla tranquila.

***

—¿Estás bien?

—Sí —le dijo haciéndole un lugar en la cama, para que pudiera acostarse también.

La bebé se había dormido, pero aún no quería soltar su pecho. Cada vez que ella lo intentaba, comenzaba a succionar.

Zhanda se acostó a su lado, y miró a su hija dormir.

—Nunca soñé con tener hijos, me daba miedo la idea de ser un mal padre. Así como mi padre lo fue conmigo, y su padre con él... No somos buenos los hombres de nuestra familia.

—No conozco a tu abuelo, pero tu papá me parece un hombre muy bueno, cariñoso.

—No siempre fue así.

—A mí también me dio miedo, pero creo que no lo estamos haciendo mal —sonrió suavemente.

Zhanda la miró y luego sonrió.

—Eres tan hermosa.

Ella bajó la cabeza, apenada.

—Podría besarte todo el día si me dejaras.

...

No me dejesWhere stories live. Discover now