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Cuando febrero comenzó, Erick se enteró de que su padre había vuelto a intentar negociar con Joel en algo relacionado con el tráfico de almas. Joel no aceptó nada. 

Fue Niall quien le contó la noticia, y fue Chris quien se peleó con el rubio por ello. 

Sorprendentemente seguían sin contarle todo lo que Landrem implicaba. Erick sinceramente creía que nada podía ser peor de lo que le dejaban ver, así que por esa razón y por su estabilidad mental, tampoco se esforzaba demasiado por aprender más. 

Ya llevaba oficialmente un mes allí, pues cuando el dos de febrero dejó historia como la normalidad en el resto de gente, Erick sintió un vuelco en su pecho que no supo relacionar. Le quedaban tantas cosas por vivir y por siquiera imaginar que se sentía atemorizado de poder estar perdiendo su vida de esa manera. 

El cuatro de febrero llegó con un sol poco usual en Londres, por lo que todo el mundo parecía feliz y contento de que las temperaturas hubieran alejado la lluvia y ahora les regalaran calor y estabilidad. 

Fue idea de Niall ir a uno de los muchos patios ese día. 

Era una de las salidas de Landrem, que constantemente estaba vigilada. Se tenían que bajar unas pequeñas y sutiles escaleras antes de encontrarte un campo con algunas canastas, además del adorado exterior que Erick tanto había admirado tiempo atrás. Los árboles de los alrededores eran frondosos y tan altos como nunca los vio, por lo que era imposible intentar ver lo que ocurría detrás de ellos incluso desde el balcón de su habitación. Era seguro, pues les daba la privacidad que Landrem requería. 

Por lo que sabía, dentro de la mansión contaban con muchos más sitios así. Erick solía pasear por unos jardines hermosos una vez al día, aunque era consciente de que el terreno contaba con muchísimos más. 

En ese patio— que a pesar de lo amplio y espacioso que era se podía considerar de los pequeños— habían más personas además de ellos, pero no pareció importante cuando Niall llegó a ellos con un balón en sus manos. 

—¿Sabéis jugar al baloncesto? 

—Era el mejor en el colegio— Aseguró Chris mientras se tapaba el sol de los ojos al hablar. 

Erick recordó todas esas veces que Richard y él habían jugado a eso. Richard siempre le ganaba, pues al ser mucho más musculoso podía manejar su pequeño cuerpo como quisiera. Sin embargo Erick nunca se rindió. Justo como ahí. 

Christopher y Niall demostraban tener altas cualidades para eso, aunque fueron ellos los que se sorprendieron por las suyas. Decir que era bueno en el deporte sería mentir, pero en el baloncesto se podía defender. 

Se sacaron varias risas entre ellos, pues la confianza pareció florecer de quién sabe dónde en cada movimiento cuando intentaban quitarse el balón y se saltaban las reglas sobre el espacio personal. 

Erick paró de correr cuando se dio cuenta de que Chris estaba demasiado lejos. Intentó normalizar su respiración, así que se detuvo y colocó ambas manos en sus caderas admirando el juego. 

Su vista entonces se desvió hasta la entrada de Landrem, donde un camión se posicionó ahí y se mantuvo inmóvil hasta que unos guardias fueron a custodiarlo y a buscar respuestas. 

Era enorme y de un color blanco algo sucio. Sus puertas traseras eran de arriba a abajo y en el interior se podrían meter cantidades exageradas de cosas. 

No le quiso dar demasiada importancia, así que cuando su respiración le correspondió, comenzó a correr de nuevo hasta las almas naturales que también tomaban un descanso. 

Landrem || Joerick  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora