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Erick sentía tanto, tanto miedo en su interior, que difícilmente podía centrarse en asuntos externos.

¿Por qué nunca se preocupó por eso? ¿Acaso se creyó inmune? Maldito iluso... Juró un millón de veces que se le olvidó rotundamente y aunque él sabía que era verdad, su interior le repetía que no podía siquiera excusarse. Era desconfianza de él mismo lo que ahora recorría sus venas.

Un hijo. Un bebé. Una vida.

¿Qué iba a hacer él con una vida a su cargo? Sus piernas temblaban solamente de pensarlo, y ni siquiera quería ser él el que se lo dijera a Joel.

Joel. Joel iba a matarlo.

Seguro que no lo quería. Seguro que se desvinculaba completamente del embarazo. Seguro que no se hacía cargo. Seguro que no le cuidaba como ahora requería. Seguro que lo echaba de Landrem. Seguro que Joel le dejaba.

Esos pensamientos eran más dolorosos que los golpes que cubrían su cuerpo.

Erick quería llorar. Quería desahogarse incontrolablemente, pero los calmantes que le habían puesto cuando se había enterado de su embarazo habían sido tan fuertes, que los sentimientos se agrupaban en una bomba dolorosa en su interior. La bomba explotaría, él estaba seguro de eso.

Escuchaba voces lejanas, pero nunca podía identificar del todo al causante. Se preguntó si serían síntomas de la droga que le habían dado para calmarlo y sedar sus neuronas, pero entonces algo las hizo despertar.

—Erick está esperando a un hijo, Joel.

El dolor se sintió igual que la primera vez, y Erick comenzó a temer cuando por largos segundos las máquinas llenaron de sonido el lugar.

Ni un alma formó palabra. Erick ya temía detrás de las cortinas de privacidad donde se encontraba tumbado. El sentimiento solamente incrementaba a medida que los segundos pasaban; dolorosos y lentos. Intensos bajo la nube que borraba el sol de su alrededor y lo bañaba con miedo y desconfianza.

Entonces pasos huecos y rápidos se escucharon por toda la unidad médica, seguido de la desesperación en la voz de Liam.

—Joel. ¡Joel!

La cortina por poco se cae de su agarre cuando fue brutalmente sometida al alma venenosa frente a él, que lo miraba fijamente y que parecía estar sumido bajo los efectos de algo alucinógeno.

Erick intentó reincorporarse, pero el dolor que sintió en todo su cuerpo solamente fue uno de los motivos por los que rompió en llanto.

La bomba chispeó.

—Joel— Le dijo Liam, sujetándolo— No puedes estar aquí. Necesita descansar. Te haré llamar cuando esté recuperado.

Sin embargo, no se movió. No apartó la mirada de ese cuerpo maltratado e hinchado, que pedía a gritos sus manos para curarlo con un poder único, sus labios para besar cada herida y sus ojos para desnudarlo y ayudarlo a sanar.

—Vete— Demandó. Sin apartar la mirada.

Liam negó con la cabeza.

—Joel, esto puede afectar a sus nervios. Ahora necesita tranquilidad, por favor...

Y cuando Joel giró a mirarlo lentamente, el alma natural tragó el nudo que se había formado en su garganta. Erick juró escuchar el ruido que hizo su saliva al tragar.

—O te vas de aquí ahora mismo, o te cierro la puta enfermería y te vas, pero a la puta calle.

Liam cerró sus ojos lentamente. Bajó su cabeza con respeto y no se fue de ahí sin mirar a Erick una última vez. No comentó nada más.

Landrem || Joerick  Where stories live. Discover now