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Erick salió de la ducha a una buena hora. Se secó completamente con la toalla y la colgó en el perchero, dejando que se secara. 

El verano se acercaba, así que se sentía más cómodo con sus dos duchas al día. Ya era una tradición para él. Estaba impuesto en su horario y no le molestaba en lo más mínimo. 

Guardó los champús que había utilizado para bañar a Dami y se puso el pijama. Secó su pelo con una toalla y lo cepilló en pocos movimientos. 

Salió de la habitación esperando encontrar a Christopher o Niall, pero la imagen fue mil veces mejor de lo que imaginó. 

Erick sonrió sin darse cuenta, porque Joel ya estaba tumbado en la cama, con su pijama que constaba de escasamente un pantalón ancho, los ojos cerrados y Damien sobre él. Le había subido la camiseta y le estaba haciendo cosquillas leves en la espalda. 

Era tan extraño ver a su hijo quieto, que Erick predijo que se había quedado dormido con las caricias de su padre. 

Erick camino hasta ahí con pasos lentos. Se subió a la cama y se tumbó a su lado, mirando la imagen de frente. Dejó un beso en el hombro desnudo de Joel, antes de que el mayor abriera los ojos y girara la cabeza para mirarlo. 

—¿Se ha dormido?— Preguntó en un susurro. 

Erick se irguió levemente para mirar a Dami. Sus ojitos estaban cerrados y su boquita soltaba respiraciones fuertes. 

—Sí— Susurró también, volviendo a su sitio en la cama. 

—Estaba muy revuelto cuando he llegado. 

—Se ha despertado hace dos horas de la siesta. 

—¿Eso quiere decir que nos espera una mala noche? 

—No tan mala como los primeros meses, pero sí. 

Joel suspiró. Agarró con práctica a Damien entre sus brazos y se levantó de la cama con cuidado de no despertarlo. Erick se quedó en su lugar apreciando como Joel lo dejaba en la cuna, rodeado de muñecos suaves que habían llegado de diferentes partes del mundo hasta su habitación. 

Porque si algo era cierto; era que en cuatro tristes meses de vida, ni Joel ni Erick habían gastado algo de dinero en el niño. Le habían comprado la cuna, algo de ropa y se habían encargado de que las sábanas fueran de la medida adecuada; pero ni siquiera los biberones, carricoches, juguetes, cremas, champús y mucho menos los pañales. Tenían kilos de pañales. 

Erick debía admitir que le estresaba un poco que todo fuera regalado, pero cuando lo comentó con Joel, el ojimiel le dijo que para todas esas personas eran ofrendas que se podían permitir de lejos. Le explicó que luchaban por ser el mejor regalo, y que era tradición en la mafia hacerlo siempre que algún mafioso tenía descendencia. 

Cuando le preguntó si Erito había mandado algo, Joel le dijo que nada de lo presente había llegado desde la empresa Colón. 

Joel subió a la cama una vez que se aseguró de que Damien estaba dormido y se movió hasta que su cuerpo cubrió completamente el de Erick. Sus brazos se apoyaron a ambos costados del rostro del menor y su respiración chocó con la contraria cuando se arrebataron el aire. 

Erick alzó sus cejas con sorna. Llevó ambas manos a los costados de Joel, sonriendo cuando el mayor hizo una mueca por lo frías que estaban. 

—¿No me piensas dar un beso ni nada?— Preguntó Erick. 

Joel dibujó una sonrisa pícara en sus fauces. Pareció desnudar el rostro entero de Erick cuando lo observó, más como una admiración que una simple mirada. 

Landrem || Joerick  Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon