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Erick había tenido un día demasiado largo. 

Alexander— el alma natural de Louis y Harry con tan sólo un mes de vida— había pisado por primera vez su habitación ese día. Damien había querido jugar con él, pero Erick no le había dejado por miedo a que le hiciera daño sin querer. La rabieta había durado más de media hora, hasta que Erick se impuso. Se había sentido mal al hacerlo, pero Chris le dijo que lo había hecho bien. 

Dami no había tardado en ir para pedirle disculpas, porque la conciencia le arrasaba.

Por otra parte, había tenido unas décimas de fiebre consecuencia de un resfriado. Le había dejado algo cansado, pero sin duda lo era muchísimo más cargar con la hiperactividad de su hijo en ese estado. Agradecía inmensamente que Niall hubiera estado ahí también. 

Por eso y por mil cosas más, cuando Joel había pisado la habitación, Erick había roto en llanto del estrés. 

Había sido el alma venenosa el que había bañado a Dami y el que le había dado la cena, también el que le había dejado jugando con sus muñecos en la cuna, mientras él se encargaba de que la temperatura de la bañera fuera la adecuada para que Erick pudiera relajarse. 

En ese momento, Joel sujetaba a Erick cerca de su cuerpo como cada noche. El menor estaba aferrado a él, con la nariz escondida en la base de su cuello para absorber su aroma en cada respiración y con los brazos bien sujetos a su torso desnudo. 

Morfeo sujetaba a ambos, pero cuando una voz dulce comenzó a sonar, Joel frunció el ceño todavía en mundos de fantasía. 

—Mami— Se escuchó en un susurro alto— Mami, soy Dami. Mami, despierta. 

Joel suspiró. Masajeó el puente de su nariz antes de levantar su cabeza. Damien se quedó en silencio al verlo, pero le regaló una sonrisa que a Joel le pareció irreal a esas altas horas de la noche. 

—Hola papi. 

—Damien, son las cuatro de la madrugada. Duérmete. 

—No— Dijo, negando con su cabeza. Había descubierto que podía mover la cabeza y hablar a la vez, así que ahora lo hacía a cada segundo— Sueño feo… 

Joel maldijo internamente. Estuvo a escasos segundos de despertar a Erick, pero al final se liberó del agarre flojo de sus brazos finos y salió de la cama arrastrando los pies. 

Sentía que cargaba con grilletes, además de que sus ojos se cerraban amenazando con dormirse en cada parpadeo. No había escuchado de alguien que se hubiera dormido mientras caminaba, pero estaba seguro de que la ciencia encontraría el primer caso en él. 

Dami estiró sus brazos hasta él para ser cargado y Joel lo hizo al segundo. El niño no tardó en esconderse en su cuello.

—Mamá y yo te hemos dicho muchas veces que no te tienes que levantar de la cuna. Si te llegas a caer no habríamos podido ayudarte. Tienes que obedecer. 

—Mami triste…

—No está triste, pero está cansado porque hoy no le has hecho caso. Mamá es como tú, no le gusta pelear. Tienes que cuidar de él, no hacerle daño. 

Damien se quedó en silencio y, si no hubiera sido por el movimiento de caricias que sentía en sus rizos, podría haber pensado que se había quedado dormido. 

Joel absorbió el aroma a jazmines que desprendía Dami, totalmente igual al que poseía Erick. Era una de las pocas cosas que tenía de él, además del verde intenso de sus fanales. Con el tiempo se estaban volviendo más claros, con dejes de brillo en el centro de su iris. 

Landrem || Joerick  Where stories live. Discover now