Inicio de Año

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Era finales de verano. En una casa adosada en la ciudad de Lima, Ohio, una chica de dieciséis años, alta, esbelta, con unos hermosos ojos azules, cabello largo rubio y liso, estaba tumbada en su cama mirando el techo, pensativa. Su nombre era Britanny Pierce. Huérfana desde hacía seis años, vivía con sus tíos, los Fabray, y su prima Quinn. Estos habían acogido gustosamente a la joven después del terrible accidente de tráfico que habían sufrido sus padres, y ahora la querían como a una hija más. Antes del fatídico accidente, los Pierce vivían al lado de los Fabray. Ahora la casa estaba deshabitada y aunque Brittany se empeñaba en venderla y así poder acarrear con los gastos, sus tíos no se lo permitían.

En ese preciso instante llamaron a la puerta de la habitación de la joven.

-Adelante.

La puerta se abrió y pasó un chica de la misma edad de Brittany. De estatura normal, con un cuerpo bien formado y un pelo rubio corto que resaltaba sus profundos ojos verdes.

-A desayunar-Informó, para después salir de la habitación y cerrar la puerta tras de si.

Era Quinn, la hija menor de los Fabray. La joven se levantó de su cama y, tras ponerse los zapatos, bajó a la cocina. Como todas las mañanas, lo primero que vio al entrar fue a Quinn esperando impaciente su desayuno, a Russell Fabray que leía el periódico y a Judy Fabray, que servía el desayuno en los platos.

El señor Fabray era igual que su hija. Rubio, de complexión atlética y con los mismos ojos verdes intenso de su hija que se diferenciaban ya que este los ocultaba tras unas gafas.

Por otro lado, su mujer era alta, esbelta, con unos bonitos ojos marrones que había heredado su hija mayor Frannie y una melena que le llegaba hasta los hombros de color rubio.

-Buenos días-Saludó Brittany al entrar, reprimiendo un bostezo.

-Buenos días.

La joven se sentó a la mesa y comenzó a desayunar. Exceptuando el accidente de sus padres, Brittany era feliz. Pero como la vida perfecta no existe la suya también tenía problemas y esos problemas tenían nombre "Quinn y compañía". Si, Quinn y ella no se llevan nada bien desde que eran pequeñas pero ahora que vivían bajo el mismo techo, su antipatía había aumentado. La joven no había dicho nada al respecto de la nueva integrante de la familia, porque aunque se llevasen muy mal, una tragedia así había que comprenderla y no dejaba de ser su prima.

-Hoy es el primer día del curso-Comentó Judy, animada- Tienen que comenzar con fuerzas.

-Pues como no me vaya ya, perderé el autobús-Predijo la joven Pierce, bebiendo lo que le quedaba de zumo- Y no me gustaría llegar tarde el primer día.

-Ahora que Quinn tiene moto, podría llevarte-Sugirió su tío echándole una última hojeada al periódico antes de dejarlo sobre la mesa-¿No crees?

-No-Contestó la chica con rotundidad-No lo creo.

-Pero Quinn...-Comentó Judy con intención de persuadirla.

-Dejenla, prefiero ir en autobús-Intervino Brittany, chasqueando la lengua con disconformidad- Es más seguro.

E ignorando el gesto grosero que la chica Fabray le hizo cuando sus padres no le observaban, cogió las llaves y su cartera y salio de la casa.

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Mientras, en una casa cercana, grande y lujosa, una joven de dieciséis años discutía con su hermano pequeño.

-¡Déjame en paz!-Gritó la chica, dando un fuerte golpe a la mesa-¡Soy lo suficientemente mayor para cuidarme sóla!

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