Polvos Pica-Pica

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Como saben Glee no me pertenece (si asi lo fuera la temporada quinta y sexta hubieran sido muy diferentes)... Dejen sus comentarios

29. Polvos Pica-Pica

No se por que pero, aunque estoy saliendo con Pedro, no me siento del todo feliz. Cuando estoy con él logro olvidarme del mundo entre sus brazos y sus besos, pero es que esos momentos son tan escasos... Me duele verle en los pasillos y no poder saludarle, me duele estar a su lado y no poder besarle, me duele no poder compartir esta relación que mantenemos con el resto del mundo, con la gente que quiero. Sobre todo por Judy.

Mi querida prima Judy... la verdad es que no se que haría yo sin ella. Me llevo bien con casi todas las chicas de clase, incluso con Carol (cosa que Judy no entiende y la verdad es que yo tampoco), pero mi relación con Judy es diferente. Siempre nos hemos contado todo y me duele tener que ocultarle mis sentimientos por Pedro. Sobre todo ahora que por fin ha admitido sus sentimientos por Fabray (es que a veces puede llegar a ser un poco cabezota). Creo que no es justo que ella sea sincera conmigo si yo no puedo serlo.

Se que Pedro me ha pedido que ocultemos lo nuestro, que sigamos viéndonos a escondidas... pero me siento como una fugitiva y no se si voy a poder continuar así.

Apoyada en el tronco del único árbol en el jardín principal de la casa Fabray, cerró el Diario sin las fuerzas suficientes para seguir leyendo.

No podía creerlo, ya hacía más de tres semanas que ese pequeño cuaderno estaba en su poder, como ya hacía más de tres semanas de lo ocurrido con Santana. Tres semanas... tres semanas que se le habían hecho eternas, insufribles... sobre todo en el instituto.

-¡Lucky!-exclamó la joven intentando que el perro no se echase sobre ella- Te recuerdo que ya eres casi más grande que yo.

El animal, satisfecho por las atenciones de su dueña, se tumbó a su lado apoyando el morro en los muslos de la joven. La rubia le miró y sonrió antes de premiarle rascándole en el sitio que tanto le gustaba: detrás de las orejas.

-Anda que no sabes tu nada ¿eh?-bromeó Brittany, dejando a un lado el diario- Menos mal que puedo contar contigo-murmuró entristecida- Porque tú no vas a abandonarme ¿verdad?

Como respuesta, el perro se levantó sobresaltando a la joven e irguiendo las orejas, expectante. Brittany le observó extrañada, pero no tardó en descubrir qué o quién había causado ese interés en su amigo canino.

-Hola chico- saludó Santana acariciando al perro, que había corrido hacia ella nada más verla- ¿Qué pasa? ¿Ya no me odias?

La mirada de la joven Lopez y la de Brittany se cruzaron durante un breve periodo de tiempo, antes de que la rubia girara el rostro rompiendo el contacto que se había formado.

-Al parecer... ahora es tu dueña quien se encarga de eso-murmuró entristecido, dejando de acariciar al perro y centrando su atención en la rubia- Britt por favor...

-¡Ni lo intentes!-cortó la aludida sin ni siquiera mirarle- No quiero escucharte.-añadió, bajando el tono de voz- Ya has hecho bastante.

La latina bajó la mirada y se dirigió hacia la entrada. Sacó las llaves del bolsillo derecho de su chaqueta e introdujo la correcta en la cerradura.

-Solo quiero que sepas... que lo siento-dijo, entrando a la casa-

A la par que la puerta se cerraba dando un pequeño portazo, Brittany cerró los ojos intentando auto convencerse de que las cosas tenían que ser así, que ya no había marcha atrás. Sobre todo después de su encuentro en la habitación de la rubia tres días después de lo ocurrido en el instituto.

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