Besos sorpresivos

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Como saben Glee no me pertenece (si asi lo fuera la temporada quinta y sexta hubieran sido muy diferentes)... Dejen sus comentarios

27. Besos sorpresivos

Sentada en el bonito coche de los Fabray, veía pasar el tráfico a través de la ventana. Judy, en el sillón del copiloto, observaba el semblante entristecido de su ahijada a través del retrovisor.

Brittany siempre había sido una niña alegre, soñadora y llena de vida. De fuerte carácter como su padre pero inocente como su madre.

Tanto Russell como Judy la querían como una hija. Habían estado el día de su nacimiento y sus rostros fueron de los primeros que vería Brittany a lo largo de su vida.

La futura señora Pierce había sido además de su prima la mejor amiga de Judy durante su juventud y lo siguió siendo hasta su muerte. Por eso, por todos esos años de risas y lágrimas, Judy no necesitaba más que mirar a la señora Pierce para saber qué le ocurría algo. Y lo mismo pasaba con su hija. En el fondo, Brittany se parecía a sus padres más de lo que creía.

-¿Cielo, estás bien?-preguntó la señora Fabray cuando una lágrima rebelde escapó de los ojos marrones de su sobrina- ¿Britt?

-Si, si, no te preocupes –contestó la aludida ocultando su rostro entre su cabello-

Pero un fuerte sollozo por su parte indicó todo lo contrario. Judy se giró con brusquedad mientras Russell, quien conducía, la observaba desde el retrovisor.

-¿Te encuentras bien Britt?-preguntó el señor Fabray con seriedad- ¿Quieres que pare?

-No, si no es nada- respondió la rubia sin poder evitar volver a sollozar-

-Para el coche Russell-ordenó su mujer con una mirada de advertencia-

El hombre asintió y en cuanto pudo se hizo a un lado permitiendo que los otros coches pudieran circular. La señora Fabray se quitó el cinturón de seguridad, salió del coche y, aprovechando que tanto su hija como Santana se habían ido en moto, entró a la parte trasera donde Brittany se encontraba sentada.

-Britt cielo, sabes que siempre vas a poder contar con nosotros –le recordó la mujer acariciando la espalda de la rubia- Confía en nosotros.

La joven Pierce se giró con lentitud mostrando sus ojos hinchados y enrojecidos además de sus mejillas sonrojadas. Su respiración entrecortada solo conseguía que de vez en cuando se le escapase un sollozo.

-Santana y yo hemos roto- dijo, volviendo a llorar- Esta mañana, en el despacho.

-¡¿Qué?!-exclamó Russell sorprendido- ¿Pero por qué?-añadió, sintiendo una punzada de culpabilidad en el pecho- No habré dicho o hecho algo que...

-No, no, no tiene nada que ver- cortó Brittany negando con la cabeza- Hace tiempo que las cosas no marchan bien entre nosotras.

-Una relación no es solo risas y alegrías, cielo- le recordó Judy con una ligera sonrisa- Seguro que tan solo es una pelea sin importancia.

La rubia volvió a negar con la cabeza mientras que con sus manos se frotaba los ojos enrojecidos.

-Santana no confía totalmente en mi y yo... yo... ¡Le quiero tanto!-exclamó abrazando a su sobrina- ¿Es que no se da cuenta que me duele su falta de confianza?

-El amor es doloroso- murmuró Judy apoyando su mentón en la cabeza de la joven mientras esta lloraba- Si al final tu madre va a tener razón...

-¿Qué? ¿Qué dices de mi madre?-preguntó Brittany alzando la mirada-

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