Rupturas, citas fallidas y confesiones

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Como saben Glee no me pertenece (si asi lo fuera la temporada quinta y sexta hubieran sido muy diferentes)... Dejen sus comentarios

19. Rupturas, citas fallidas y confesiones

Con una amplia sonrisa en el rostro y sabiendo lo que le esperaba al otro lado de la puerta, Judy se dirigió al recibidor de su casa.

-La señorita Pierce-dijo el hombre nada más la señora Fabray abrir la puerta- Brittany Pierce.

-Es mi sobrina-respondió la mujer orgullosa, firmando el pequeño albarán que el repartidor le ofrecía- Es el tercero esta semana. Ni siquiera cuando yo era joven recibía tantos.

El repartidor sonrió por compromiso, antes de darle el ramo de flores a Judy y alejarse de la bonita casa Fabray.

La mujer, con el ramo entre los brazos, cerró la puerta y entró al salón donde se encontraban todos los habitantes de la casa, incluido Lucky, el perro de Brittany.

-Tan puntual como siempre-comentó la señora Fabray metiendo el ramo de flores en el jarrón ya con anterioridad preparado- Y para ser sincera, este es el más bonito hasta ahora. ¿Verdad Britt?

Brittany bufó molesta ante la atenta mirada del resto, para después removerse en el sillón donde estaba sentada.

-No sé por qué te molesta-dijo Judy mirando a su sobrina sin comprender- En realidad deberías estar contenta de que tu novio sea tan detallista.

-Sería perfecto si en realidad fuera él-explotó la joven, ya harta de todas las mañanas la misma conversación-¡Pero no es Kevin quien me las regala!

Los señores Fabray se miraban entre sorprendidos y extrañados, pero tanto a Santana como a Quinn no pareció pillarlas por sorpresa.

-¿No?-cuestionó Russell, sin saber muy bien cómo tomarse la noticia- ¿Y entonces quien te las envía? Por que si sigue así, al final no vamos a saber donde ponerlas.

-Si fuera por mí las tiraría todas –comentó Brittany con dureza-

-Pero si no es Kevin ¿Quién?- se interesó Judy- ¿Algún admirador secreto?

-No, claro que no-negó la joven Pierce burlonamente- Tan solo son de una idiota que cree que puede jugar conmigo a su antojo.

La señora Fabray miró a su marido cada vez más confundida, a lo que él tan solo pudo encogerse de hombros sin entender.

-¡No está jugando contigo!-intervino Santana, desesperada- Pero eres demasiado cabezota para entenderlo.

-¡No quiero entender a una persona que me ha humillado!-exclamó la joven, levantándose del sillón y saliendo enfurecida del comedor-

Santana bufó molesta y agachó la mirada para no cruzarla con ninguno de los presentes. Maldecía una y otra vez el momento en el que había rechazado a Brittany. En su momento había pensado que había sido lo más correcto, pero ahora... ahora las cosas habían cambiado. Se había ido de casa, tenía un trabajo de verano y dentro de un año se graduaría. ¡Estaba madurando! ¿Por qué le costaba tanto a Brittany entender eso? Ahora entendía que quería estar con ella y protegerla de toda su familia.

-La verdad es que no se que les pasa-comentó la señora Fabray, rompiendo el silencio que se había formado- Siempre se habían molestado la una a la otra, pero ahora casi no se dirigen la palabra y si lo hacen es para discutir. ¿Qué ha ocurrido?

-Hice algo...-comenzó Santana, antes de negar con la cabeza y sonreír tristemente- No importa. Voy a hablar con ella.

La latina se levantó de donde había permanecido sentada hasta el momento, y siguió a la joven rubia por las escaleras.

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