Corazones Heridos

Capítulo 30

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Ella estaba llorando de nuevo.

Adrien no podía calmar sus sollozos. No importaba cuánto lo intentara,sus ojos verdes miraban hacia arriba, el dolor en su corazón se volvía insoportable en el momento en que encontraba al amor de su vida parada en la cornisa una vez más.

Se acercó a ella, con lágrimas en los ojos, ya que esta vez no podía moverse. Se vio obligado a verla caer de nuevo y morir.

Y cada vez se volvía más doloroso.

Sus ojos azules miraron a los de él, sus labios se abrieron una última vez mientras decía que lo amaba.

Como si fuera una señal, saltó sin pensarlo.

Y ella estaba fuera de su vista

Fuera de su alcance.

Fuera de su vida ...

Los ojos de Adrien se abrieron en un sudor frío. Miró hacia el techo de su dormitorio. Exhaló, su corazón martilleaba en su pecho mientras luchaba por recuperar el aliento.

El rubio se giró de su cama, sus manos agarrando las sábanas vacías y las almohadas en el lugar junto a él.

Las lágrimas le picaron en los ojos, su respiración rígida ante la pesadilla. Su mente corría a ciento cincuenta kilómetros por minuto. El Hombre no podía detener a su mente o aceptar que su amor se había ido. Que todo lo que vivió fue un sueño cruel.

Era lo que estaba destinado a creer.

Cerró los ojos, casi como si su alma se relajara en el momento en que sintió sus manos recorriendo sus brazos.

Lo cual lo hizo saltar de la impresión.

Su palma presionó ligeramente contra su pecho, sintiendo su corazón latir ferozmente contra su piel.

—¿Otra pesadilla gatito?— Preguntó Marinette, sintiendo su mano inmediatamente acercarse a la de ella. Sus dedos se entrelazaron con ella y llevó su mano a sus labios.

Adrien estaba en negación. A pesar de que podía tocarla, y que todo lo que hizo Lila se deshizo, desafortunadamente para él, nadie recordaba la muerte de Marinette excepto él y Plagg.

Todo lo que Adrien le había hecho a Louis nunca se hizo. Lila hizo lo que había prometido y borró prácticamente todo excepto el recuerdo en él.

Para consternación de Adrien, esta experiencia lo cambió por completo. Sin si quiera aceptarlo , simplemente lo atrapó.

—¿De verdad estás aquí?— Preguntó Adrien, inclinándose hacia ella antes de girarse para ver su rostro.

Ella había estado acostada junto a él de la misma manera que él la había visto acostada junto a él durante las semanas que tuvo que vivir sin ella.

Marinette lo miró, un pequeño ceño fruncido en sus labios ya que esto se había convertido en algo normal para ella. Su otra mano se extendió, tocando suavemente su rostro.

—Estoy aquí, Adrien...Te lo prometo ...— susurró, acariciando delicadamente su mejilla con el pulgar.

Marinette escuchó las historias. Se enteró de su muerte con gran detalle. No podía soportar imaginar la agonía por la que Lila había hecho pasar a Adrien.