CAPÍTULO XXXIX

647 158 65
                                    

Los días pasan tan veloces como el aleteo de los pájaros, y en medio ocurren tanto momentos agradables y placenteros, como momentos violentos y atemorizantes

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los días pasan tan veloces como el aleteo de los pájaros, y en medio ocurren tanto momentos agradables y placenteros, como momentos violentos y atemorizantes. Debido a que crecí en Cloeville, siempre fui consciente de la diversidad existente en el mundo, y también aprendí que para conocer lo que es bueno también debemos conocer lo malo.

No niego que mi mente quiso escapar de estos lugares por un tiempo, pero mi corazón supo protegerme a niveles imposibles de imaginar. Supongo que tendré que convivir bajo situaciones así durante toda mi vida... o al menos, hasta que mi madre tome la osadía de apartarse de su pareja.

Observo a la derecha con los ojos bien grandes, y mi madre está escondida detrás de la puerta haciendo señas extrañas, pero lo suficientemente claras como para que logre entenderlas. Le guiño un ojo e inmediatamente se va en puntitas de pie hacia la sala. 

Mi mirada se concentra en Tommy que se encuentra saltando de sueño en sueño, con una respiración fuerte y párpados al ritmo de movimientos involuntarios. Salgo de la cama con toda la lentitud posible para no causar un estruendo a su lado, y rápidamente tomo mi ropa y los lirios amarillos que oculté a la perfección.

Me retiro en puntitas de pie, con una apariencia desordenada y cabellos caóticos.

— ¿Tengo tiempo a arreglarme correctamente? — pregunto en un susurro, y mi madre asiente con cuidado, como si un movimiento de cabeza pudiera despertar al pequeño.

Sonrío debido a su dulzura e ingreso al baño con las prendas en mi mano, y esos lirios que debo convertirlos en algo aún más magnífico. 

Un vestido celeste como el cielo en pleno día, con un moño en la cintura y mangas delicadamente abullonadas. Una vestimenta bastante simple, pero que demuestra su belleza en cada detalle.

Mamá dijo que debía vestirme mucho antes de que empezara la fiesta, porque en medio hay muchas cosas por hacer, y luego no tendríamos tiempo. Como si ponerse un vestido costara una eternidad.

Me lavo la cara y los dientes, me acomodo un poco el cabello y salgo como un rayo feroz en medio de una tormenta.

— Mamá... — murmuro mientras cierro la puerta del baño.

Nadie responde.

— Ma...

De un segundo a otro, alguien me agarra del brazo y me tira hacia un lado. Volteo y esos ojos almendrados me vigilan como si fuéramos espías en un palacio lujoso.

— Toma el listón — susurra.

Me entrega la cinta de color azul y detrás aparece John con un paquete enorme.

Sonrío plenamente al imaginarme la cara de Tommy, y comienzo a enrollar el listón a través del tallo de los lirios. Algunas mujeres dicen que el tono azul es uno profundo y que representa la armonía, y yo creo que es verdad.

Mientras ato la cinta con fuerza, pienso en los momentos hermosos que viví junto a Thomas, y los que nos quedan por vivir. Una conexión espléndida de almas que representa una unión eterna de devoción.

Los lirios están listos al igual que nuestra profunda emoción por este evento tan especial. John hace una seña con la cabeza y todos caminamos al mismo tiempo, comenzando con el pie izquierdo nuestro camino.

Espío nuestra habitación y todavía se encuentra dormido. Cinco pasos más y explotarán sentimientos acaramelados de nosotros.

Tres pasos más.

— ¡Feliz cumpleaños! — exclamamos al mismo tiempo y Thomas salta de la cama con terror.

— ¡Feliz noveno aniversario de nacimiento! — digo y le doy un enorme abrazo.

El pequeño sonríe y muestra algunas lágrimas en sus ojos.

— Gracias a todos.

Aún con el sentimiento a flor de piel, le entrego los lirios limonados y muestra una mirada sorpresiva.

— Ya sabes lo que significan — comento con un tono de voz más calmado y Thomas me hunde nuevamente en un abrazo.

— Gracias, Evania — responde mientras observa de cerca las flores — Eres la mejor hermana del universo.

Mi rostro parece que va a estallar de alegría, al igual que todos mis sentidos. ¡Hermana! Nunca creí que una palabra pudiera erizar tanto mi piel y trasladarme a lugares preciosos.

— Felicidades, hijo — dice John con una sonrisa y le entrega el regalo misterioso.

Thomas, con los ojos expresivos y manos sudorosas, comienza a desgarrar el envoltorio que cubre una magnífica sorpresa.
Y queda paralizado, con la boca en forma de O y las cejas levantadas.

— ¿Te gusta? — cuestiona mi madre emocionada en los brazos de su pareja.

— ¿En serio lo pregunta? ¡Me encanta! — chilla de felicidad y comienza a jugar con ese ferrocarril tan deseado por su corazón.

Ese que lo había hipnotizado en Blarhel, con tonalidades rojizas y doradas pintadas a mano.

Justamente, esa emoción que le había arrebatado su padre, fue devuelta a él como si fuera un truco de magia.

— Cuídalo bien — comenta John con una mirada seria, y el niño asiente felizmente con la cabeza.

— ¿Quieres jugar? — me pregunta Thomas con sus hoyuelos expuestos, y no puedo negarme a esa encantadora propuesta.

John me observa con la misma seriedad de siempre, pero no le doy importancia y me siento junto al pequeño de nueve años. Nueve años... esa edad donde estás expuesto al mundo y el mundo está expuesto, donde la curiosidad crece y las percepciones también.

Solo espero, que este mundo no cause ningún daño en un pequeño tan dulce como Thomas.
Solo espero, que no lo convierta en un hombre promedio en esta sociedad mediocre.

Solo espero, que no lo convierta en un hombre promedio en esta sociedad mediocre

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Evania: Un rincón del paraíso ©Where stories live. Discover now