CAPÍTULO XXVII

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John estuvo el día entero tumbado en la cama, deseando que todo vuelva a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos, pero el viento que se presencia en el exterior arrasa con cualquier partícula de aprecio y devoción hacia su persona

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John estuvo el día entero tumbado en la cama, deseando que todo vuelva a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos, pero el viento que se presencia en el exterior arrasa con cualquier partícula de aprecio y devoción hacia su persona.

Con Thomas conversamos un poco sobre esos repentinos ataques de ira y dominación sobre nosotros, y tantos sentimientos inoportunos salieron a la luz, que ni siquiera puedo comprender cómo nuestra percepción sobre el hombre se transformó de una manera tan rápida. Es como si de un día para el otro, el príncipe azul se hubiera transformado en un sapo. Y con eso no quiero decir que los sapos sean desagradables o propios de una imagen repelente, pero es una representación habitual de ellos en los cuentos.

¿Qué ocurrió en el medio para que todo se desmoronara?

— ¿Puedes preparar el té, Vania? — pregunta mi madre desbordando tranquilidad, como siempre — Voy a ver cómo está Johnny.

Lo que más me estruja el corazón es pensar en ella, tan compasiva y sentimental. ¿Qué sentimientos viajan por su cuerpo cuando observa a su amor quebrándose? Tantos años en soledad y sufrimiento, intentando rehacer su vida con lo poco que le quedaba... y cuando por fin el universo le brinda otra oportunidad para sentir el amor en carne propia, las cosas se tornan sofocantes. 

No me atrevo a imaginar lo difícil que debe ser amar a alguien así con todas tus fuerzas. Con tanta fuerza, que logras romperte a ti misma sin darte cuenta.

Dejo mis reflexiones de lado y termino con la tarea de mi madre, sólo falta agregarle un poco de agua al té. Mientras lo hago, observo por la ventana y parece que una gran tormenta se avecina, ya que el viento parece ser más fuerte en cada bocanada de aire.

— Parece que hoy no voy a dormir bien — comenta Thomas mirando al horizonte — De nuevo.

Sonrío, y de repente, aparece la pareja de cristal en un rincón de la cocina. Nadie dice nada, solo se sientan en la mesada esperando el té. Llevo las tazas, pero siguen sin decir nada.

— ¿Se siente mejor? — cuestiono y John no se molesta en responder.

Thomas me observa y suspira levemente. Es en este momento, donde mi corazón comienza a fracturarse. 

Recuerdo el primer día que supe de él, y lo entusiasmada que estaba por conocerlo, ¡saltaba por toda la casa! Incluso había conversado sobre él con los pequeños pájaros que revolotean sobre el cielo del bosque. No podía imaginar la cena sin una sonrisa exagerada en mi rostro... parecía el principio de un gran cuento.

¿Cómo podría explicarle a la Evania del pasado, que su esperado cuento terminó siendo uno desfavorable? 

Doy un sorbo de té y agarro la galleta más cercana a mí. Todos disfrutamos de las delicias que están presentes en la mesa: galletas con y sin chocolates, ya que a John no le agrada mucho ese ingrediente.

Otra mesa silenciosamente ruidosa. Creo que podría acostumbrarme a momentos así, por más que mi alma quiera expresar alguna frase sin sentido con tal de reavivar el entorno... como en este preciso momento.

— Estaba pensando que podemos pintar algo hermoso todos juntos — comento y Thomas sonríe.

— ¿Con las pinturas nuevas?

Asiento con entusiasmo.

— Qué bueno que quieras hacerlo, hija — responde mi madre orgullosa por mi avance — ¿Verdad, John?

El príncipe aparta su vista del plato de galletas, y me lanza una mirada profunda. Tan profunda y túrbida, que me causa escalofríos y un mal presentimiento.

— ¿Por qué siempre haces planes así? — interrumpe Thomas con esa curiosidad que lo caracteriza.

Tal vez porque quiero lo mejor para todos, y que el amor cure todo lo que está destrozado. Porque no soporto ver a las personas estancadas en un sentimiento de amargura tan destructivo.

Sin embargo, a pesar de tener mi respuesta bastante clara, encojo los hombros sin emitir ni una sola palabra.

— Entonces vaya a pintar con el imbécil de su padre — dice John con exasperación, y lleva la mitad de una galleta a su boca.

Mis ojos se abren como si no hubiera un mañana, y me levanto con tanta fuerza, que la taza se cae al suelo y se rompe en miles de pedazos. Thomas se sobresalta, mientras que mi madre se encuentra con los ojos llorosos.

— ¡¿Qué ocurre contigo?!

De pronto, se escucha el inicio de una terrible tormenta y las gotas comienzan a caer una por una, como si fuese la escena dramática de un libro.

— ¿Acaso no dije la verdad? — responde John con una sonrisa impertinente, y mi corazón comienza a latir rápidamente — Ya veo por qué está muerto, los débiles no sobreviven a este mundo. Y los imbéciles tampoco. Que coincidencia...

Siento cómo la sangre corre por mis venas y no puedo controlar la ira que recorre mi cuerpo.
Hago a un lado la silla, para llegar hasta donde se encuentra esa bestia enmascarada, y mis pasos son tan agigantados que quedamos cara a cara.

— No vuelva a hablar así de mi padre— digo entre dientes — Usted nunca llegará a ser la mitad de hombre que él es.

Su mirada se transforma completamente y las arrugas de su frente hacen su increíble aparición. Aprieta la mandíbula fuertemente, y el terror comienza.

 Aprieta la mandíbula fuertemente, y el terror comienza

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Evania: Un rincón del paraíso ©Место, где живут истории. Откройте их для себя