CAPÍTULO XXVIII

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El cielo se encuentra enfurecido, y lanza toda su ira hacia la humanidad, logrando una tormenta propia de los cuentos más aterradores de la historia

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El cielo se encuentra enfurecido, y lanza toda su ira hacia la humanidad, logrando una tormenta propia de los cuentos más aterradores de la historia.

Mis sentimientos se encuentran tan arruinados como la noche, pero intensos como la tempestad que nos envuelve y desata a las bestias marinas más caóticas que mi imaginación no es capaz de contemplar.

El suelo se mueve, y todo lo malo comienza.

— Se cree muy valiente ¿verdad? — dice John con una actitud violenta, y da un salto para tomar fuertemente mi brazo lastimado. Lo estruja con nervio, y entrecierro los ojos debido al dolor que me causa.

De un segundo a otro, mi corazón parece que va a salir de su lugar.

— ¡John, basta! — exclama mi madre.

Acto seguido, se entromete en la acción y trata de conectar sus ojos temerosos con los de su amado, como si una conexión amorosa pudiera contra los sentimientos asesinos del hombre.

Thomas lo observa con los ojos lagrimosos, como si de una bestia con sed de sangre se tratara. Y el temor aumenta, al darme cuenta que la mirada de John no cambia.

— No vuelva a tratarme así — expresa y suelta con agresividad mi brazo morado.

— ¡Es un animal! ¡No merece respeto ni mucho menos el amor de mi...

No termino de hablar, que siento un golpe brutal en mi cara y mi cabeza gira automáticamente. Lágrimas viajan por mi rostro mientras la mejilla izquierda arde como el mismísimo infierno, y mis oídos captan vibraciones del exterior: los gritos de mi madre y Thomas.

Volteo con una mano sobre mi mejilla, y sólo puedo observar a un desconocido frente a mí.

Mi madre se encuentra aterrorizada pero furiosa al mismo tiempo, mientras que Thomas se mantiene congelado en medio de sus lágrimas escandalosas. En cambio, mi mente es un caos al igual que mis sentidos, y solamente puedo actuar de manera impulsiva.

Escapo por la puerta de la cocina sin decir nada, y mis pies no descansan ni un segundo. Apenas salgo de la casa, el chillido adolorido de mi madre me alcanza entre los truenos y relámpagos, y siento cómo el agua empapa cada centímetro de mi ser.

Corro con ese dolor insoportable en mi rostro, y las lágrimas se camuflan con las gotas de lluvia. Los sonidos de la casa ya no se escuchan, y una tranquilidad angustiosa me abruma. La luna es mi esfera de luz junto a pequeñas estrellas que apenas puedo observar, pero aún así, el paisaje se encuentra en total oscuridad. La verdad es que da muchísimo miedo, pero nada es más terrorífico que lo que acabo de presenciar.

¿Por qué existen personas tan oscuras en el universo? ¿Por qué todo tiene que ser tan malo?

Ya estoy lejos y no oculto más mis lamentos, rompiendo en llanto como nunca antes lo había hecho. O al menos, no desde la muerte de mi padre. ¡Mi padre! Él no merece esos comentarios repulsivos y llenos de odio, y tampoco merece ser nombrado por una persona tan sombría.

Mis pies comienzan a doler, pero no paro ni un segundo debido a que el temor me domina. Ni siquiera sé a dónde me dirijo; la luna es la única luz que puede guiarme, pero la tormenta cae en mis ojos y nubla mi visión... ¿Qué estoy haciendo?

Corro, corro y corro, hasta que de pronto, mi cuerpo se estampa contra alguien más y me obliga a detenerme.

— ¿Está bien, señorita? — dice una voz masculina, y froto mis ojos para observar con mayor nitidez lo que tengo a mi alrededor, ya que las gotas inundan mi visión.

Un joven alto, con una mirada profunda y cabellos castaños me observa con preocupación. De repente, un fragoroso trueno se hace notar en el ambiente, y logra tirarme al suelo.

Siento el césped y la tierra por todo mi vestido blanco, y el chico de cautivadora apariencia extiende su mano hacia mí, mientras con la otra sostiene su sombrilla.

Frunce su ceño. Debe pensar que estoy loca.

— ¡Déjeme en paz! — exclamo enojada — ¿O usted también es una bestia que sólo busca dañarme?

Su rostro muestra una mezcla entre confusión y sorpresa, y sin esperar una respuesta, me levanto intrépidamente y salgo corriendo de esa situación como si fuera un caballo veloz.

La verdad, solo puedo verlos como monstruos que tienen la capacidad de destruir almas perdidas. Y soy consciente de que todos la tienen, sólo que algunos deciden usar esa capacidad y otros no... o eso quiero creer.

Pasan minutos hasta que la tormenta calma, y encuentro un lago parecido al lago de las lágrimas escondidas. No puedo distinguir el lugar debido a la sombra de la noche, pero noto algunos árboles a mi alrededor y la luna reflejada en el agua.

¿Por qué todo se volvió tan aterrador?

Miro al cielo, esperando alguna respuesta, y una lágrima logra desplazarse en mi rostro.

¿Por qué todo se volvió tan confuso?

¿Por qué todo se volvió tan confuso?

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Evania: Un rincón del paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora