CAPÍTULO LIII

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Continuamos con el trayecto en pleno silencio, sin embargo, no puedo decir lo mismo sobre mi mente

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Continuamos con el trayecto en pleno silencio, sin embargo, no puedo decir lo mismo sobre mi mente. A veces pienso que esas ideas que rechazan las demás personas, vienen a mí buscando refugio. Esos pensamientos que deberían estar en cada uno de nosotros... se acumulan en mi cuerpo como si fueran abejas y yo una simple y hermosa flor.

Una flor blanca, tal vez. O una que todavía no halló su verdadero color.

Más bien, me gusta pensar que soy una mariposa en plena transformación.

De repente Sin Nombre detiene su marcha, y lo imito. Alzo la mirada y a unos pocos metros, puedo divisar un hogar con paredes fuertes de pigmento pálido, junto a tejas grisáceas que gritan simpleza en su máximo esplendor.
Debo resaltar que esta casa es mucho más grande que la mía, pero no deja de ser normal bajo los ojos de los habitantes de Cloeville.

En realidad, cualquier residencia puede ser más grande que la mía.

Conectamos miradas por unos segundos.

— Bienvenida a mi humilde morada, señorita — dice con un tono burlón, y sonrío.

Nos adentramos a este lugar desconocido para mi alma, y noto cómo el césped es un poco más corto de lo que suelo acostumbrar. Algunas flores brotan de la tierra y el sol les da un toque mágico. Incluso la sensación es diferente.

Caminamos mientras contemplo cada detalle del espacio, y puedo notar que al joven de vez en cuando se le escapa una sonrisa.

Es así que...

— ¡Mary, cariño!

Al escucharlo me dan escalofríos.

Muerdo mi labio inferior al mismo tiempo que observo a un costado. A la casa, específicamente. Nunca había visto un hogar tan acogedor y encantador para el alma humana, visualmente hablando.

— ¿Qué tal, amiguita? ¿Me has extrañado? — murmura con la voz suave, y apenas volteo, un animal espléndido se encuentra frente a mí.

Una vaca manchada bajo dos colores sumamente opuestos y con sus patas algo agotadas, gastadas, desorientadas. Sus ojos no muestran la misma tristeza que grita su cuerpo, son más bien, el reflejo de un amor sincero. Ese sentimiento que Sin Nombre logra avivar con tan solo presentarse y exclamar su nombre.

Los animales tienen un espíritu tan esplendoroso... tal vez por ese motivo la humanidad los convierte en su cena: quieren tener esa bondad dentro de ellos.

Su cabeza se dirige hacia mí y en mi corazón comienza a recorrer una calidez indescriptible.

— Oh, ¡qué hermosa eres! — digo exponiendo mis emociones mientras acaricio su cabeza — ¿Cómo es posible que seas un ser tan tierno? ¿Puedes explicarme, Mary?

Dos sonrisas se avivan en plena tarde, y nuestras almas comienzan a conectar a través de un simple animal.

— Es muy simpática, ¿no lo cree?

Asiento con la cabeza y Mary se inclina aún más hacia mí.

Parece que le agradé.

— ¿Cómo pueden depositar confianza en individuos como nosotros? — indago con un toque de tristeza, y la vaca suelta un mugido tan encantador que logra sacarme otra sonrisa.

El joven, sin embargo, nos observa con atención.

— Yo tampoco lo comprendo, Evania, pero sí puedo entender por qué confían en usted — dice y comienza a acariciar a Mary — Usted se une con ellos en espíritu y lo perciben, observe su mirada... Mary se siente protegida.

Y quedo con los ojos bien abiertos.

¿Será verdad? ¿Ellos sentirán la misma unión que mi corazón puede presenciar? Eso sería algo... maravilloso.

De repente, una ola de pesadumbre vuelve a mí al mirarla a los ojos.

— Pero no es suficiente — susurro — No puedo protegerlos del daño que puedan provocar los demás... solo estoy allí, sin hacer nada mientras observo cómo son violentados en frente de mí.

Sin Nombre voltea su cuerpo y me obliga a estar frente a él.

Los pájaros pasan volando, y tal vez mi mente viaja con ellos.

— ¿Sobre qué estamos hablando ahora? — pregunta con algo de preocupación, y comprendo que mi corazón debe sincerarse frente a él.

¿Esto habrá sentido Thomas al entregarse a la vulnerabilidad?

— Sobre todo — respondo.

— Yo creo que siempre brinda lo mejor de usted, no debería culparse por cosas que no puede controlar.

No debería preocuparme por cosas que no puedo controlar... tal vez tenga razón, y mi cerebro lo comprende, sin embargo, a mi corazón le resulta difícil.

Es como si tuviera una espina en un ventrículo que punza cada segundo, y mi mente es aquella que trata de sacarlo. Algo sumamente poético y doloroso.

Pasan algunos minutos donde intercambiamos algunas palabras, pero sobre todo... a través del animal. Lo acariciamos como si con cada toque, soltáramos vocablos cada vez más estruendosos, hasta que Mary vuelve con sus amigas y nuestras figuras quedan pintadas como si fueran parte de una pintura.

Nos tumbamos en el césped y vuelvo a sentirme viva. ¿No es eso algo magistral?

— ¡Mire esa nube! — exclamo mientras señalo al cielo — ¡Es idéntica a Laborda, pero con pico de pato!

Y comenzamos a reír al unísono. Simples risas de una felicidad transparente.

— Y esa — comenta con elegancia — Es como un gato con ojos extremadamente gigantes.

¡Nunca lo hubiera imaginado!

Después de todo, el señor Labrot tuvo razón... cada segundo me sorprendo al darme cuenta lo parecidos que somos el uno del otro.

 cada segundo me sorprendo al darme cuenta lo parecidos que somos el uno del otro

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Evania: Un rincón del paraíso ©Where stories live. Discover now