Capítulo 23.

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No es la primera vez que intentan a matarme, una vez la mafia China casi lo hizo, pero después de que salí de ese hospital me había propuesto ser más rápido que mis enemigos, por eso siempre estaba listo para cualquier circunstancia, pero que lo hagan enfrente de mi reina y encima la asusten no lo perdono. El chiquillo que mandaron para que me mate ni experiencia tenía, fue muy fácil sacarlo de mi camino, lo peor de esto es que dos de mis guardaespaldas eran viles traidores qué no dudaron en levantar su arma en contra mía.

Nadie se mete con él rey y menos con su reina.

La traición en la mafia se paga de una sola manera y la muerte es la única respuesta a todo.

— Lo repito la última vez — miro  a los dos hombres que me traicionaron. — Quiero el nombre del que los mando a matarme — ordeno lleno de rabia.

— Su nombre — repite Gauss con un martillo en su mano. Mi hermano tenía diferente métodos de tortura, clásicas, medivales y unos muy innovadores que dejaban a nuestras víctimas sin rastros de torturas. Hoy había elegido algo clásico, romper huesos con un martillo es doloroso sobre todo cuando le das en un golpe seco y los dedos de estos traidores eran testigos del sufrimiento.

— ¡No lo sé! — nos grita uno de ellos.

— Respuesta equivocada — sonrío con arrogancia mirando a mi hermano que de un solo movimiento estrella su martillo en la palma de la mano haciendo que el ruido de huesos rotos lo haga gritar a ambos traidores.

— Konstantin Morózov — habla el otro haciendo que frunza mi ceño.

— ¿Moròzov? — inquiero.

¿Qué mierda con ese viejo?

— Él nos pagó para que lo matemos señor — confiesa.

— Saben cómo se paga una traición — digo tensando mi mandíbula.

— ¡Por favor, señor! — suplican por su vida.

Miro a los dos matones que están detrás de ellos y le hago seña para que hagan lo que ya saben que tienen que hacer, me giro para caminar unos metros cuando se escuchan dos disparos.
La traición se paga con la muerte, es uno de los códigos inquebrantables del código de Hampa.

— Limpien todo — ordena mi hermano.

— Gauss — lo llamo para que se acerque.

Ahora tenemos un nuevo problema y es el maldito viejo pedófilo de Konstantin Morózov, que estoy seguro que debe estar aliado con Yurgo, lo peor de esto es que yo ya sabía y que ahora él al ver a Alexia como mi debilidad irán por ella a toda costa.

— Ese viejo nos traicionó — masculla mi hermano.

— Es amigo de Yurgo, era obvio que nos iba a traicionar por eso insistían tanto con mi presencia en esa fiesta — comento cabreado.

— Debemos matar a las raíces de una sola vez — acota mi hermano.

— A la raíz principal debemos matar — sentencio al mirarlo.

— Yurgo está escondido como una rata y por eso manda a su gente — Gauss bufa. — Konstantin sabe que no moriste y debe estar asustado que vengas por él o su esposa — agrega tocando su barbilla. — Debemos cuidar a Alexia, es el blanco de esta guerra — culmina preocupado.

— La tengo que mandar a Chicago, la debo mantener lejos mío porque vendrán por ella, la presenté como mi reina — digo molesto.

Esto es la guerra y debía proteger a los nuestros.

— La puedes mandar a Chicago, pero si la quieren irán por ella porque en sí te quieren a tí — comenta Gauss negando su cabeza.

— Es mi culpa y ahora la puse en peligro — murmuro tocando el puente de mi nariz.

Imposible Olvidarte (1° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora