Capítulo 21.

23.6K 2K 286
                                    

Alexia.

Nunca más vuelvo a desafiarlo, cada parte de mi cuerpo dolía de una forma única y en verdad que iba a recordarlo en cada movimiento que haga, sobre todo mi entrepierna, el dolor combinada con una irritación no eran lindos porque ni podía ponerme mis bragas que al solo rozarse me hacían quejar, pero aunque no pueda moverme no podía mostrarle al ruso cavernícola que ganó, dolorida pero con el orgullo siempre en alto sobretodo al lado de Gavriel.
Menos de cuatro días hacía que estábamos en Rusia, aunque él estaba trabajando, Ignati, su sobrino me hacía compañía. El pequeño niño de diez años me hacía acordar mucho a mí cuando tenía su edad, no es lindo ser criado por otros ajenos de tu familia, no digo que no tenga amor porque su padre y tío lo aman, eso se súper nota, solo que le falta ese cálido cariño de la casa.

— ¿Cómo estás? — inquiere entrando a la habitación.

— ¿Estuviste entrenando? — consulto frunciendo mi ceño.

— Si, tenemos un gimnasio completo. Mande a qué busquen una instructora de yoga, se que te gusta y bueno quiero que te sientas cómoda en casa — acota quitando su sudadera.

— Gracias, siempre piensas en mi, desde el menú de la comida hasta esto ahora — sonrío y me acerco para plantar un suave beso en sus labios. — Buenos días, ruso cavernícola — susurro divertida.

— Buenos días, mi reina — contesta abrazando mi cintura y volviendo a juntar nuestros labios, pero está vez es mucho más brusco.

Ya empezaba a acostumbrarme a su forma de llamarme.

— ¿Hoy te irás todo el día? — le pregunto.

— No, trabajaremos desde casa, pero esta noche tenemos una fiesta — acota ahuecando mi mejilla.

— ¿Tenemos una fiesta? — consulto preocupada.

— Es una fiesta de caridad, debo ir y quiero que vengas conmigo — me pide bajando su boca a la mía para dejar otro beso.

— No tengo que ponerme, no traje nada de gala — exclamo alarmada.

Gavriel se empieza a reír y le doy un golpe en su hombro. — Mandé a qué traigan las últimas colecciones de las mejores marcas del mundo, en una hora están aquí y podrás elegir lo que más te guste — asegura.

Sus palabras son como el sueño de cualquier mujer.

— Quiero pagar lo que elija — declaro frunciendo mi ceño.

— Ya está pago — contesta caminando al baño.

— ¡Gavriel! — chillo.

De una forma u otra le pagaría lo que compro.

— Buenos días, Alexia — me saluda Gauss cuando llegó al gran salón donde estaban desayunando.

— ¡Hola tía Lexie! — exclama Ignati eufórico.

— Veo que se hicieron amigos — sonríe el hermano de Gavriel.

— Buenos días — saludo sentándome en mi lugar.

Como siempre la prima de ellos me ignora, nisiquiera levanta sus ojos para mirarme y en verdad cada día me cae peor.

— ¿Mi hermano? —

— Se está dando un baño, supongo que en un rato bajará — contesto sonríendo.

— Señora, su desayuno — me dice una de las chicas de la cocina.

— ¿Por qué siempre comes diferente? — pregunta Ignati.

— Soy celíaca, por eso siempre mis alimentos son diferentes — respondo mirando al pequeño.

Imposible Olvidarte (1° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora