13. Maybe this time

437 94 39
                                    

—¿Eres tú?

No respondo. No me molestaría fingir que me he convertido en alguna clase de escultura de mármol como por arte de magia.

—¿Perdón? Yo... —intento.

—Por Dios... —exclama, recorriéndome de pies a cabeza en lo que a mí me da un escalofrío— es que te ves diferente, pero... wow...

—Yo creo que hay un malentendido —sonrío nerviosamente.

—No creo que sea un malentendido —niega con la cabeza mientras la sonrisa incrédula y el ceño fruncido se esparcen por su bonita cara—. Te mueves igual. Te ves casi igual y los ojos... Primrose... ¿qué...?

—Le aseguro que esto debe tener una explicación —trago saliva casi inaudiblemente.

Ginny se levanta de su asiento, deja el bolso sobre su silla y camina hacia mí. Nunca en lo que llevo conociéndola se me había hecho tan grande como ahora y no hablo de altura ni de presencia física.

O ella se ha hecho gigante o yo me he hecho inmensamente pequeño en lo que tarda su camino hacia mí.

—Dudaba cuando te vi —continúa mientras me examina el rostro con exhaustiva avidez—. Pero tienes que ser tú. No es posible que alguien se parezca tanto.

De la nada me han dado ganas de llorar como un pequeño. No soy así, pero esta situación ha excedido mis posibilidades demasiado rápido.

—Te lo puedo explicar —digo con toda la seguridad que he reunido a lo largo de mi agónica pausa.

—Por favor.

—¡Hey, Lucas! ¿Me ayudas un poco por aquí?

Al volverme, encuentro a Mario tratando de montar cinco vasos y tres sándwiches en una sola bandeja.

—Lucas —pronuncia Ginny, y me estremezco antes de girarme—. Lindo nombre. Nunca me imaginé que fuera el tuyo.

—Te lo voy a explicar. Te lo juro. Pero ahora estoy trabajando y...

—Tengo tiempo, no empiezo hasta las diez hoy.

—Salgo a las seis. ¿Está bien para ti?

—Perfecto. Aquí te espero.

Asiento hacia ella y me doy la vuelta como un cachorro con el rabo entre las patas. Cuando llego a la altura de Mario oigo que me habla, pero lo escucho como si estuviera a veinte metros de distancia. Aun así, de alguna forma capto las órdenes y le ayudo a servir la orden al grupo grande sin poder evitar lanzarle miradas ansiosas a mi ex compañera de trabajo cada treinta segundos.

Me paso así la tarde, tratando de fingir ante Mario y ante mí mismo que no pasa nada, y contemplando cómo Ginny se termina su taza de chocolate con mucha lentitud mientras lee una revista cuya portada no logro distinguir bien desde el mostrador. Me retuerzo los dedos cada vez que hay siquiera un momento libre sin clientes que lleguen a ordenar.

—Tengo tres opciones —Mario me habla, apareciendo a mi lado sin que yo lo note—. Es tu hermana o un familiar, es tu ex novia, o... te quiere quitar a tu novio. Una de tres, ¿le atiné?

—¿De qué hablas? —me vuelvo hacia él.

—Has estado mirando a la pelirroja de allá desde hace horas, ¿le atiné? Lo de un familiar lo dije por el color de cabello, se parece un poco.

—N-no. No le atinaste —respondo, tratando de no volver a mirarla.

—Eran buenas opciones —se encoge de hombros a mi lado y me da un leve empujoncito, posiblemente para quitarme la cara de angustia que debo tener—. ¿Quieres decirme quién es?

ÉL © [NOSOTROS #2]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن