18. Laura sí está

442 94 78
                                    

Había tenido una noche dura. Lucas había vuelto a casa y yo no había encontrado la manera de mirarlo a la cara sin tener ganas de llorar por lo que sin querer le había hecho.

Habíamos pasado la noche entera hablando, a veces divagando y evadiendo el tema, pero finalmente volviendo al meollo del asunto y sintiéndonos como si nos estuvieran llenando el corazón de agujas afiladas.

A la mañana siguiente, ya que ninguno tenía nada que hacer y habíamos arreglado las cosas (nada era normal, pero ya nada era tan malo), Lucas decidió pasar la mañana en casa de su madre mientras yo aprovechaba para limpiar un poco en casa. Me dijo que almorzaría fuera y que después incluso pasaría por La Frontera para visitar a sus ex compañeras, pero nos reuniríamos para cenar, por lo que supe que tenía que encontrar algo para ocuparme durante el día, para no pensar mucho en las cosas malas.

Puse música fuerte en lo que limpiaba. No sé por qué, pero se me dio por escuchar System of a down en un intento desesperado por silenciar la voz interna que me recordaba el acto más horrible que había cometido en mi existencia. Oh, y ni hablar de Abbey. No quería pensar en ella ni en el más mínimo momento de distracción.

De vez en cuando, cuando no lograba mantenerme lo suficientemente concentrado en la construcción estridente de cada canción, me preguntaba cómo ella había sido capaz de usarme de esa manera. La había considerado mi amiga, la había llevado lejos de su padre sin cuestionarla cuando me lo había pedido... y ella me había destrozado. Me había orillado a algo que había herido a Lucas y que a él no se le olvidaría jamás, aunque me dijera que estaba todo perdonado. Decir que estaba furioso con Abbey era muy poco.

Cuando terminé de limpiar, angustiado por quedarme sin cosas por hacer, me puse a revisar mi teléfono sin motivo alguno. No me había escrito nadie, así que empecé a revisar las conversaciones antiguas con gente a la que ya no trataba.

Mi dedo se detuvo en un nombre en el que no había pensado en un tiempo. Me sentí culpable por no haberme acordado de ella antes, ¿se acordaría ella de mí? La última vez que la había visto había sido para terminar con ella... ¿seguiría siendo mi amiga como había prometido ese día o solo había sido un medio para tranquilizarme?

Más por mera curiosidad abrí la conversación y mis dedos escribieron un mensaje rápido, casual y melancólico. Ella me había hecho tanto bien que me sentía un maldito malagradecido. Genial. Otra razón por esos días para sentirme un desgraciado.

Hugo:
Hey, Laura ✔✔

Perdón por no haber escrito antes ✔✔

Cómo estás? ✔✔

Una canción particularmente dolorosa me obligó a dejarme caer de espaldas sobre mi propia cama para poder disfrutarla a gusto. Cerré los ojos, dejé que mi columna se acomodara con mucho gusto a la posición de reposo y me quedé ahí, escuchándola, sin ganas de pensar ni de hacer nada. Casi por la mitad sentí un lengüetazo en la rodilla y mi mano buscó a tientas en el aire hasta encontrar la cabeza de Bobby, que acaricié incluso sin ver.

El teléfono vibrando me sobresaltó, sobre todo porque pensé que sería un mensaje de Lucas, y las cosas con él estaban todavía tan frescas que no quería perderme de ni un solo detalle que tuviera que ver con él.

Pero no, no era Lucas, sino Laura. No se había olvidado de mí, después de todo. Y no me había escrito, me había enviado un mensaje de voz.

Hola, extraño —empezó con voz cantarina. A juzgar por el ruido de fondo, debía estar en algún lugar transitado—. Eh... no te preocupes, que cada uno tiene su vida, tampoco es como si yo te hubiera escrito a ti, ¿o sí? Culpa de los dos. Estoy bien, por cierto. Y disculpa si no te escribo de vuelta, pero estoy volviendo del trabajo y estoy caminando. ¿Cómo estás tú?

ÉL © [NOSOTROS #2]Where stories live. Discover now