35. Como el primer día

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Trato de no sorprenderme mucho cuando abro la puerta del departamento, me interno dentro con mi mochila en mano y me encuentro a Hugo sentado en la mesita de la cocina con la laptop frente a él. Supongo que no debo haber calculado muy bien después de todo. No esperaba que él estuviera aquí ahora que he tenido que volver por un poco de ropa.

Ya que no es mi intención escabullirme sin que él lo note, respiro hondamente antes de entrar en la cocina.

—Hola —saludo de la forma más casual que consigo.

Cuando lo miro mejor, noto la expresión en su rostro. Tiene el ceño fruncido y la vista clavada en la pantalla, como si hubiera algo que está tratando de entender.

—¿Hugo?

Esta vez consigo que se vuelva a mirarme. Me examina por unos segundos y luego asiente, todavía con el entrecejo fruncido. Lo veo bastante intranquilo, así que me acerco a él para ver si se anima a contarme qué es lo que le pasa.

—No entiendo lo que ha pasado —me dice mientras me siento a su lado.

—¿Qué ha pasado?

—Había un documento abierto y hay cosas... que no sé quién ha escrito. Es decir, siento que se relacionan mucho conmigo, hay cosas sobre mi infancia que no pueden ser coincidencia... pero yo no lo escribí. No sé quién lo hizo.

Gira la laptop con tal de que yo pueda verla y se deja caer en el respaldar de la silla con la uña del pulgar entre los dientes, nervioso. En cuanto a mí, no necesito leer más de dos párrafos para comprender que sí lo ha escrito todo él.

Es el momento, debo decirle, como siempre, lo que está pasando.

El único detalle es que su expresión de angustia me dificulta mucho la tarea.

—Eh... sí, esto lo escribí yo —miento para mi pesar—. Me hablaste de cosas que me parecieron interesantes.

—¿En serio? —pregunta. Parece notablemente más aliviado.

—Sí, fui yo —corroboro, poniendo el aparato frente a mí.

—Bueno, eso es bueno —sonríe, como si se hubiera quitado un peso de encima.

Esa sonrisa me produce un cosquilleo en el estómago que me comprueba que, a pesar de lo rara y tensa que sea la situación que hemos estado viviendo, sigo tan enamorado de él como el primer día. No debería sorprenderme, que no viva con él por el momento no quiere decir que haya dejado de amarlo.

—Me había asustado —prosigue—. Por un momento pensé: ¿escribí esto y no lo recuerdo?

Termina su frase con una risa suave que yo respondo con una sonrisa mientras le echo un ojo al documento abierto en la pantalla. Ahora que lo reviso mejor, es bastante bueno.

—Eso sería algo loco, ¿verdad? —finjo una risa.

—Como un universo alternativo —me responde.

Por cómo está riendo y bromeando conmigo no llego a descifrar si él sabe quién soy o algo por el estilo. Ya es evidente que está pasando por uno de sus episodios, pero en cuanto al recuerdo de mí... bueno, nunca se sabe.

—Hugo... tengo que decirte algo —me animo a decir.

Aprieto los ojos con fuerza mientras cierro la laptop, casi arrepentido de lo que acabo de decir. Pensaba mentirle solo para escapar de la situación y dejarlo un poco más tranquilo, pero eso no sería justo. Tengo que respetarlo lo suficiente como para decirle la verdad, porque él se lo merece. Si yo estuviera en su lugar también querría saberlo, por más difícil de creer que me resultara.

ÉL © [NOSOTROS #2]Where stories live. Discover now