27. Lucy in the Sky with Diamonds

413 82 44
                                    

Hugo:
Ven rápido

Por favor

Es urgente

Tardo un momento en procesarlo, tal vez porque no esperaba recibir un mensaje suyo ahora. El pulso se me dispara y tengo la necesidad de apoyarme en el respaldar del sofá para no caer al piso por la repentina falta de equilibrio que estoy teniendo.

Mis ojos no se mueven de la palabra "urgente" en la pantalla de mi teléfono. Se me ocurren los millones de significados que puede tener la palabra "urgente" en este contexto y ninguno de ellos es bueno.

—¡Alex! —exclamo, corriendo al perchero para tomar mi casaca.

—¿Sí? —me contesta desde algún otro rincón del departamento.

—¡Tengo que salir!

Me pongo la casaca inmediatamente y tanteo con impaciencia en mis bolsillos para asegurarme de que nada me falte, ni las llaves, ni el dinero para llegar hasta allá, ni el teléfono bien cargado por si debo pedir ayuda. ¿Pero qué le ha pasado a Hugo? Por favor, por favor, que él esté bien. Por favor, que no sea nada grave, por favor, que sea algo que yo pueda solucionar.

Ya estoy parado en la puerta cuando Alex surge de la nada con una gorra de cocina sobre la cabeza.

—¿Lucas? —pregunta.

—No puedo explicarlo ahora —digo rápidamente volviéndome hacia él—. Es Hugo, creo que está en problemas, tengo que ir por él.

—Oh, claro —asiente Alex, adoptando una expresión de seriedad—. Por favor, llámame si puedo ayudar.

—Gracias, hermano.

Acto seguido, abro la puerta y desaparezco tras ella.

Estoy seguro de que no he corrido de esta manera desde que me enteré de que Hugo despertó del coma. El trayecto desde la casa de Alex hasta la mía es una mancha borrosa y agitada que mi memoria prefiere no almacenar, lo siguiente que sé es que estoy subiendo por el ascensor y cuando llego a la puerta mi corazón está completamente exhausto por el trajín.

Es solo mientras busco la llave para abrir la puerta cuando mis sentidos perciben lo que parecen ser señales de que hay algo que no cuadra con la supuesta urgencia. Aún detrás de la puerta soy capaz de escuchar la música que proviene desde el interior, a todo volumen, como si hubiera una fiesta de quinientas personas. Creo que puedo reconocer la canción, pero no me hago un contexto completo en la cabeza hasta haber abierto la puerta de par en par para asegurarme.

Recupero el aliento con dificultad y el corazón se me hunde en el fondo del estómago, pero no por tristeza, sino por rabia. Es decir, he corrido. Volé hasta aquí. Volé porque pensé que a Hugo como mínimo se le estaban saliendo las vísceras, ¿pero qué es lo que hay aquí? Una revolución absoluta en la sala, paquetes y envolturas por todos lados regados por aquí y por allá, cosas abiertas y productos ya fuera de sus respectivos empaques, cosa que me anuncia sin tener que preguntar que ellos ya tienen un rato aquí celebrando a sus anchas. Una laptop de color plateado descansa junto a sus accesorios sobre el sofá, debajo de una videocámara muy atractiva (y nueva), ambos aparatos prácticamente aplastados por la marea de bolsas, cajas de cartón y envoltorios que han sido inútilmente apilados ahí (digo inútilmente porque de todas formas hay mucho de ello en el piso, no sirve de nada que hayan tratado de juntarlo en el sofá).

Ah, pero ese no es el colmo. El colmo son Hugo y Abbey bailoteando de la manera más extraña al ritmo de la música estridente. Al menos se han dignado a poner a los Beatles, solo por eso puedo disculparles el escándalo. A los Beatles yo nunca he podido negarles nada.

ÉL © [NOSOTROS #2]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu