37. De regreso

468 83 82
                                    

Alex me mira y se ríe de mi nerviosismo. Ha sido idea mía traerlo hasta aquí, aunque no sé qué tan cuerdo debí haber estado para pedírselo aun teniendo en cuenta lo burlón que es mi hermano.

—Te preocupas demasiado —desliza mientras se cruza de brazos.

Quizás lo está diciendo porque llevamos cerca de un cuarto de hora parados en frente de La Frontera, pero no se lo pregunto.

—No, solo estoy esperando a que salga Rosie —miento.

—Podrías entrar a buscarla —se encoge de hombros.

—Ya le envié un mensaje, va a salir.

—Uno. Y no le insististe.

—Voy a entrar.

—No, eso no lo dudo. La pregunta es a qué hora —reprime una sonrisa mientras le echa un ojo a su reloj de pulsera.

Tiene razón, me he quedado paralizado. Fue apenas ayer cuando recibí el mensaje de Rosie diciendo que quería verme en el club que fue nuestro centro de trabajo por años para hablar conmigo y creo que no he tenido tiempo de prepararme para ello.

Traje a Alex como alguna especie de sistema de apoyo por si algo sale mal. La última vez que estuve aquí las cosas no salieron como yo esperaba que salieran, después de todo. Pero, aunque es verdad que ya le envié un mensaje a la azabache diciéndole que he llegado, no me he atrevido a hacer nada más. Ese lugar en que guardaba de mis mejores y peores memorias, ahora parece guardar solo las peores, la entrada, que se ve como se vería en cualquier otra ocasión, parece la entrada a una cueva oscura sin fondo por la que no da ganas de pasar.

Primrose ya hubiera entrado —tose Alex rápidamente para después fingir no haber dicho nada.

—¿Tú también vas a empezar con eso?

—Sí, pero como no tengo el poder de discurso de Rosie, te lo voy a decir sin muchas vueltas: tú eres Primrose. Todavía recuerdo la primera vez que te vi así...

—¿Con maquillaje y poca ropa? —ironizo.

—No, no hablo de verte-verte...

—Pero eso dijiste.

—Hablo de que parecías otra persona, pero no por cómo te veías —explica, rodando los ojos—. Te veías más seguro, sabías que bailar era lo tuyo y ya que eras una persona diferente no le tenías miedo a nada. Así nació Primrose y así siguió siendo siempre.

—Bueno, era más fácil estar aquí cuando era Primrose —trago saliva.

—Es que no has entendido.

—¿Qué es lo que no he entendido?

—Tú sigues siendo Primrose porque Primrose no es otra persona, eres tú, tú con un poco de maquillaje.

—Y peluca.

—Luc... eres brillante y valiente —me sonríe—. Y de seguro alguien más ya te ha dicho esto, pero más allá de que tú seas Primrose, Primrose es tú.

En el momento en que pretendo darle la razón a Alex, el panorama, panorama que ha sido el mismo desde que llegamos, cambia cuando la puerta se abre y la imagen de Rosie se dibuja a través de ella a causa de la poca iluminación de la noche. Me reconoce, aunque haya una calzada entera entre nosotros. Me hace un gesto evidente con el brazo para que me acerque y es entonces cuando no puedo aplazarlo por más tiempo.

—Andando, hermano —dice Alex—. La jefa llama.

Trago saliva sin que él me escuche. No decimos nada más, solo cruzamos la calle después de habernos fijado que no pasara ningún vehículo y llegamos al encuentro de Rose, que está parada junto a Genaro, el guardia de turno.

ÉL © [NOSOTROS #2]Where stories live. Discover now