-¿Por qué me odias?- su voz era rota, al pálido no le gustaba ver así al pequeño maknae.
-No te odio- susurro sentándose a lado del pelinegro que no paraba de llorar, su corazón le dolía pero, ¿Por qué?.
-Claro que lo haces- sollozo y el pálido sint...
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El pálido se había encargado de ignorar a todos a excepción del pelirosa que era el único a quién le tenía permitido pasar un tiempo a su lado, sin olvidar que esté era un necio que no cumple órdenes de nadie, así que era supuesto que el pálido se vio en la tarea de darle ese permiso de permanecer a su lado, sabia lo terco que era, como una piedra en su zapato.
Los días y las semanas pasaban volando para él que lo único que hacía era encerrarse en su preciado estudió para sumergirse en la música y las letras que iba anotando en su preciada libreta, donde estaban las más preciadas canciones que el había creado, lleno de inspiración.
Estaba claro que había dejado corazones rotos, o más bien tristeza y arrepentimiento, uno de ellos era Seokjin, que en ocasiones trataba de poder hablar con el pálido pero sin obtener buenos resultados ya que el pálido se empeñaba en esquivarlo; y qué diremos de Hoseok, quién había tratado de igual manera hablar con él pero fallando en el intento. Pero el más dañado de todos era el maknae, pues no comprendía como es que de la noche a la mañana le había dejado de hablar, esquivando su persona en cada oportunidad, sin siquiera regalarle una mirada al menos, y sobre todo lo que mas le dolía era que dejará al pelirosa acercarse a él mientras tanto a él lo ignoraba, como si no existiera.
Por qué al menos con los demás intercambiaba palabras, pero con él ni siquiera un hola, y vaya que eso le estaba afectando demasíado, teniendo al menos el apoyo de su Hyung -ahora su novio-. Estaban volviendo a lo de un principio, ¿Qué podía hacer él si su Hyung lo ignoraba? Nada, simplemente no podía hacer nada.
Yoongi salía de su estudió con taza en manos, caminando directo a la cocina para servirse más de esa droga que era el café.
–Yoongi-hyung– escuchó la voz de Hoseok, se dio la vuelta para verlo salir de su habitación.
–Hoseok– sonrió de lado mientras esperaba que el castaño se acercará a él. –¿Qué pasa?– mira su taza vacía para luego mirar al castaño que lo miraba con sus orbes detallando tristeza.
Hoseok empezó a jugar con sus dedos en signo de evidentes nervios, ¿Iba a ser bien?, ¿Era lo correcto? Tal vez, pero lo necesitaba, necesitaba sacarse esa duda de la cabeza, porque era claro que no entendía el comportamiento de su Hyung. No sabía por qué se había alejado del pelinegro sin ninguna explicación, más bien de todos pero más del pelinegro, ni siquiera lo felicito de que empezó una relación con esté, ni siquiera tuvo tiempo de decírselo.
–¿Te gusta Jungkook?– soltó subiendo su mirada para conectarla con la del pálido quien se quedo inerte en su lugar, no sabía que decir, estaba atónito sintiendo como su corazón se detenía y como en su mente se repetía la misma pregunta una y otra vez.
