-¿Por qué me odias?- su voz era rota, al pálido no le gustaba ver así al pequeño maknae.
-No te odio- susurro sentándose a lado del pelinegro que no paraba de llorar, su corazón le dolía pero, ¿Por qué?.
-Claro que lo haces- sollozo y el pálido sint...
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Yoongi sentía el sudor recorrer la palma de sus manos, el latido frenético de su corazón, chocando con rudeza contra su pecho haciendo que las ansias crecieran más mientras se llevaba sus dedos a los labios para morder con sus dientes sus uñas por el evidente nerviosismo que sentía, sus tripas haciendo de las suyas dentro de su interior.
Sus bellos estaban erizados mientras sentía que en cualquier momento le daría un paro cardíaco, sintiéndose demasiado ansiosos mientras con su mirada buscaba algo invisible, inexistente para tratar de controlarse un poco, lo cual era imposible.
Sus pasos eran apresurados ganándose la mirada de todos los presentes ahí pero sin importarle en lo mas mínimo, su mente estaba en otro lado que ni siquiera se daba cuenta de las miradas que tenía puestas en su persona.
Su cuerpo dio un leve respingo cuando sintió unas manos tapar sus ojos, nublando su visión, sintiendo aquellos piquetes haciendo estragos en su interior.
–Adivina quién soy– sintió aquel tibio aliento chocar contra su oreja, una suave caricia que le hizo crispar sus bellos, sintiendo de pronto su respiración cortarse.
–No hagas ésto, Jungkook– sentenció escuchando la suave risita del menor chocar contra su piel, aquello no le agradaba pero tampoco se podía quejar, le gustaba.
–Que aburrido– sintió un tibio tacto haciendo que su mirada se dirigiera a aquella mano que tomaba la suya, sus dedos entrelazados haciéndolo reír inconsciente.
Sus rasgados ojos se expandieron cuando sintió lo suave de sus labios tocando los suyos, rozando tentativamente las carnosidad íntima, sintiéndose bien, como si estuviera flotando.
Entonces el miedo se fue, la precaución se borro de su sistema no importando si miles de personas los veían a ellos dos ahí, besándose como si no existiera un mañana, como si no importará el que fueran personas reconocidas, en ese inmenso lugar.
Jungkook sonrió dulcemente sobre el beso, abriendo sus párpados, apreciando la hermosa imagen de su Hyung, aquellas negras y finas pestañas, admirando los hermosos gestos que hacia su Hyung cuando sus labios se movían, cuando su lengua se enterraba entre sus labios. Era hermoso.
Había valido la pena haberle pedido aquella noche que volvieran, que le diera una segunda oportunidad, que lo intentarán otra vez. Seria mejor. Lo harían bien. Lo harían especial, con amor.
Sus labiales se soltaron mientras se miraban a los ojos sonriendo como unos locos enamorados, como si él mundo entero dejara de existir, como si el exterior dejara de existir en esos momentos.
Sus pasos empezaron a emprender su camino, sus dedos entrelazados mientras caminaban en dirección a la Van que esperaba por ellos para llevarlos a su cita, sí, cita.
